Principales bosques de la región
mediterránea en España.
(Nota: *atl. son bosques que también se dan en la región eurosineriana).
Pinsapares,
bosques de pinsapo (Abies
pinsapo):
El pinsapo (Abies
pinsapo) es un árbol endémico y relicto del Terciario,
posee un gran
valor ecológico, científico y paisajístico (Ferreras et al, 1987;
Blanco et al, 1997).
No fue descrito como una especie diferente
del abeto hasta 1838. Fue Pierre Edmond Boissier (1810 - 1885), un gran
botánico suizo, quien en la primera mitad del siglo XIX, en uno de sus
viajes por la península Ibérica, describió al pinsapo, y lo nombró como
Abies
pinsapo, tomando el nombre que usaban las gentes de la
zona. La
palabra pinsapo parece derivar de las palabras latinas pinus, pino
y sapinos,
abeto, por lo que se puede traducir como pinabete (Blanco et
al, 1997).
Grupo de pinsapos en el mirador de las Palomas (Cádiz, Andalucía).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.
El pinsapo
es un árbol que requiere mucha humedad, como casi todos los
abetos, por ello siempre se sitúa en áreas montañosas (de 1.000 a 1.800
metros), concretamente en las partes sombrías y frescas, y con muchas
precipitaciones (de 2.000 a 3.000 mm. anuales, y hasta 4.000 mm.
anuales), a pesar de estar en áreas mediterráneas, en donde hay un
periodo seco en verano (Ferreras et al, 1987; Rubio, 1989; Blanco et
al, 1997). Por ejemplo, en la sierra de Grazalema, a 823 metros de
altitud caen unos 2.223 mm. anuales de lluvia a pesar de que en los
meses de julio y agosto no se alcanzan los 10 mm., al igual que en las
sierras Bermeja y de las Nieves, en donde las precipitaciones superan
los 1.000 mm. anuales, pero el verano sigue siendo muy seco, con
lluvias casi nulas en julio y agosto, y escasas en junio y septiembre
(Ferreras et al, 1987). En estas áreas, situadas al sureste de la
península, se producen precipitaciones muy altas por un efecto
orográfico, debido a que las lluvias se forman cuando las masas de aire
húmedo del Estrecho de Gibraltar ascienden a través de las laderas del
sur de las montañas en donde se encuentran los pinsapos.
Este tipo de abeto
destaca por su altura, su robustez, su forma cónico-piramidal en los
ejemplares jóvenes, típica del genero Abies,
y su color verde, muy oscuro, o a veces verde-azulado (Blanco et al,
1997). También se caracteriza porque las ramas secundarias se insertan
perpendicularmente en el tallo, de forma parecida a las hojas, que
también se disponen perpendiculares a las ramas, y en todas las
direcciones (Rubio, 1989). La corteza
suele ser grisácea o cenicienta,
normalmente es lisa en los pinsapos más jóvenes y algo más
agrietada
en los ejemplares más adultos (Blanco et al, 1997).
Vistas del pinsapar de El Pinar, cerca del mirador de las Palomas
(Cádiz, Andalucía). Fotografía de Alberto Díaz, 2019.
Las hojas
son más pequeñas y cortas que las del abeto blanco (Abies alba),
en torno a un centímetro de longitud, y uno o dos milímetros de
anchura. Además, las hojas del pinsapo, son rígidas, algo punzantes y
rectas, y se disponen alrededor de toda la rama (de manera helicoidal),
y no en un mismo plano, como en el abeto blanco (Ferreras et al, 1987).
El hecho de que las hojas sean cortas, gruesas, duraderas (permanecen
en el árbol hasta quince años), y de que se dispongan alrededor de la
rama impidiendo la circulación del aire, es una forma de resistencia a
la sequía, puesto que así el árbol limita la evapotranspiración
(Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).
Las inflorescencias
masculinas del pinsapo son de color pardorojizo y
tienen un tamaño similar al de las acículas. Las piñas, poseen
escamas
cortas y anchas, y sueltan un gran número de piñones que se
caracterizan por su ala membranosa muy ancha (Blanco et al, 1997).
En
la naturaleza éste árbol aparece formando bosques puros muy densos y
con poco sotobosque, salvo en áreas rocosas y/o ventosas, en donde
aparecen masas muy abiertas en las cuales los pinsapos toman formas
achaparradas o almohadilladas. Aunque los pinsapos también pueden
aparecer en bosques mixtos con quejigos, encinas, pinos y alcornoques
(Blanco et al, 1997). En general, en las partes más bajas de las
montañas en las que se encuentra el pinsapo se mezcla con las encinas
(Quercus ilex)
y los quejigos (Quercus
faginea), mientras que en las
partes más altas, se encuentra con arces de Montpellier (Acer
monspessulanum) y con serbales (Sorbus
aria). En las partes más claras
del bosque, aparecen agracejos (Berberis
hispanica), enebros (Juniperus
oxicedrus) sabinas (Juniperus
phoeniciae), y majuelos (Crataegus
monogyna); y en las partes más sombrías destaca la
presencia del
arbusto Daphne
laureola (Rubio, 1989).
Encinas con pinsapos en el mirador de las Palomas (Cádiz, Andalucía).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.
Imagen del pinsapar de la Sierra de Grazalema. En la parte inferior de
la foto se ve
como el pinsapo se mezcla con los robles, mientras que en
la parte superior
de la imagen (y de la montaña) aparece el bosque puro
de pinsapos.
Sierra de Grazalema. Fotografía de Alberto Díaz, 2007.
La estructura de
los pinsapares puros suele ser la
siguiente: el estrato arbóreo tiende a ser denso, continuo y
monoespecífico, en él domina claramente el pinsapo (Abies pinsapo),
aunque puede aparecer algún ejemplar de encina, roble, arce, pino
resinero, pino piñonero... Los estratos inferiores suelen ser pobres y
poco densos, en parte debido a que las acículas de los pinsapos son
difíciles de descomponer y recurren gran parte del suelo. Aún así el
sotobosque muestra una cierta variedad, en él suelen aparecer especies
típicamente mediterráneas como: las peonías (Paeonia broteri, P.
coriacea), la rubia (Rubia
peregrina), el brusco o rusco (Ruscus
aculeatus), la cebolla albarrana o jacinto de los montes (Hycinthoides
hispanica)...; especies frecuentes de los quejigares
calcícolas como:
el eléboro fétido (Helleborus
foetidus), la adelfilla (Daphne
laureola var. latifolia)...;
otras especies
caducifolas como: el serbal (Sorbus
aria), madreselva (Lonicera
splendida), espino blanco (Crataegos monogyma), agracejo (Berberis
hispanica), rosales silvestres (Rosa spp.);
y además, son
abundantes los helechos (Cystopteris
fragilis y Asplenium onopteris),
los musgos y los
líquenes (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).
Estrato
Especies
Árboles
Suele
dominar el pinsapo (Abies
pinsapo). Puede mezclarse con encinas (Quercus ilex),
quejigos (Quercus faginea),
arces de Montpellier (Acer
monspessulanum), serbales (Sorbus aria),
agracejos (Berberis
hispanica), enebros (Juniperus
oxicedrus), sabinas (Juniperus
phoeniciae), majuelos (Crataegus monogyna)
y pinos (Pinus halepensis y P. pinaster).
Arbustos
Suele ser un
estrato pobre, aun así se pueden ver peonías (Paeonia broteri, P. coriacea),
bruscos o ruscos (Ruscus
aculeatus), adelfillas (Daphne laureola var. latifolia),
serbales (Sorbus aria),
agracejos (Berberis
hispanica), rosales silvestres (Rosa spp.)...
Hierbas
La más
característica es el jacinto de los montes o cebolla albarrana (Hycinthoides hispanica),
aunque también aparece el eléboro fétido (Helleborus foetidus),
la castaña de tierra (Bunium
balearicum), el cerastio (Cerastium boissieri),
helechos (Cystopteris
fragilis y Asplenium onopteris)...
Otros
Aparecen
trepadoras como la rubia (Rubia
peregrina) o la madreselva (Lonicera splendida),
hongos, musgos, líquenes...
Principales
especies de los pinsapares (Ferreras et al, 1987; Blanco, et al, 1997).
En los lugares donde el
pinsapo ha sido degradado (por el fuego, el
pastoreo...), los árboles son sustituidos por una serie de plantas
heliófilas. En las partes más altas, aparecen una gran cantidad de
matorrales almohadillados, y en el resto del territorio los pinsapos
son suplantados por matorrales espinosos como los agracejos (Berberis
hispanica), los majuelos (Crataegus monogyna),
las rosas
(Rosa spp.)...
Si la degradación del pinsapar continúa,
aparecen comunidades de herbáceas de eléboro (Helleborus foetidus),
violeta de flores amarillas (Viola
demetria), gramíneas (Festuca
capillifolia, F.
plicata y Piptatherum
paradoxum)... (Blanco et al, 1997).
El pinsapo tiene un área
de distribución muy reducida, debido
principalmente a que los pinsapos son especies relictas y a la
competencia con otras especies (Blanco et al, 1997), pero también
debido a la acción humana: la explotación abusiva, la
extracción de madera (a pesar de su mala calidad), las talas, el
sobrepastoreo y los incendios (Ferreras et al, 1987; Rubio, 1989;
Blanco et al, 1997). En un recuento de árboles realizado en 1751, en la
provincia de Jerez de la Frontera (Cádiz), se nombran pinsapos
(llamados pinzapos nuebos) en las Villas de la Serranía de Villaluenga,
Benaocaz, Grazalema y Ubrique (Blanco et al, 1997). Además, Ceballos y
Ortuño (1977) señalan que en el siglo XIX en el pinsapar de Ronda había
unos 24.000 pinsapos adultos, y que en menos de medio siglo se redujo
su población a la mitad. Ceballos y Ortuño (1977) también aseguran que
a principios del siglo XX existían pinsapares en la sierra de Libar
(entre Cádiz y Málaga) y en las faldas sudorientales de Yunquera
(Málaga). Por otro lado, Wilkomm (según Blanco et al, 1997) cita que
entre 1845 y 1869 se eliminaron unas 200 hectáreas de pinsapar en la
sierra de la Nieves, y hasta 1960 existía una serrería en Grazalema.
Por todo ello, es fácil saber que hace tan sólo unos 200 años, la
extensión de los pinsapares era mucho mayor que la que tiene hoy en día.
Pueblo de Grazalema (Cádiz, Andalucía). Fotografía de Alberto Díaz,
2019.
En la actualidad sólo se
encuentran bosques de pinsapos en el suroeste de la
península Ibérica, en pequeñas islas biogeográficas de pocas hectáreas.
Las tres principales son: la sierra del Pinar, en Grazalema (Cádiz) en
donde es Reserva de la Biosfera; la sierra de las Nieves, cerca de
Ronda (Málaga), en donde hay ejemplares centenarios; y sierra Bermeja,
en el término de Estepona (Málaga), en donde se haya el mayor bosque de
pinsapos (Ferreras et al, 1987; Rubio, 1989; Blanco et al, 1997). En el
libro de “Los Bosques Ibéricos” (Blanco et al, 1997) se señalan además
pequeñas masas de pinsapo en la sierra de Alcor (Parauta), y rodales y
árboles aislados en la sierra Hidalga (Ronda), en el Cerro Abanto
(Istán) y en el municipio de Monda, todas ellas, situadas en la
provincia de Málaga. En Marruecos está presente en algunas áreas del
Rif, como en Chezchauen y Tazaot, en forma de Abies
pinsapo var. marocana (Ferreras
et al, 1987;
Rubio, 1989; Blanco et al, 1997).
Bosques de pinsapos (Abies pinsapo var. marocana) en
Chefchauen (Marruecos).
Fotografía de Alberto Díaz, 2011.
Actualmente existe una gran conciencia del
valor del pinsapo, por ello,
en los últimos años, los espacios en donde habitan estos árboles han
sido protegidos como Espacios Naturales, y se han efectuado un buen
número de repoblaciones (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).
A continuación se muestra una fotografía aérea del bosque de pinsapos
de Grazalema en la que se aprecia la estructura general de estos
bosques y la forma de los árboles.