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Encinares
interiores
La carrasca
o encina de hoja ancha (Quercus
ilex subsp. balllota = Quercus
ilex subsp. rotundifolia) ocupa
grandes terrenos
dentro del interior de la península Ibérica, de hecho es el árbol
mediterráneo más significativo de la zona. En estos territorios, la
encina se desarrolla en un área de extensión muy grande, casi continua,
que solamente se interrumpe en las áreas montañosas. Éste gran área se
debe a su gran amplitud ecológica que le permite desarrollarse en casi
cualquier tipo de suelo (salvo que esté encharcado o sea salino), y
sobre casi cualquier tipo de rocas, ya sean silíceas o calcáreas.
Además resiste muy bien el frío, el calor, la sequía y las
precipitaciones abundantes.
Los encinares del interior de la península han sido muy atacados por el
ser humano, y hoy en día es difícil observar bosques de encina con un
buen estado de conservación. La mayoría de estos bosques han sido
adehesados, convertidos en terrenos agrícolas, ganaderos o
cotos de caza, transformados en pinares de repoblación, urbanizados...
Según Blanco et al, 1997 y Ferreras, 1987, los encinares interiores se
pueden dividir teniendo en cuenta caracteres geográficos, climáticos y
geobotánicos, en:
- Encinares de
la Submeseta norte: aparecen en el oeste de la
cuenca del Duero, desde Salamanca hasta León, y más al norte, hasta el
Bierzo, Orense y el suroeste de Lugo, en donde se mezclan con melojares
(Ferreras, 1987). En esta parte de la península, las encinas deben
adaptarse a un clima relativamente duro con escasas lluvias e inviernos
fríos (en donde hay heladas frecuentes varios meses), y a la
competencia con las especies caducifolias del atlántico (Ferreras,
1987; Blanco et al, 1997).
En general, son encinares pobres en especies y muy poco espesos
(Ferreras, 1987), además son escasos, y en general, se encuentran mal
conservados (Blanco et al, 1997). En el sotobosque, las especies más
comunes son aulaga (Genista
hystrix), Halimium
lasianthum,
jaguarcillo (Halimium
umbellatum), jara o estepa de montaña (Cistus
laurifolius), mejorana (Thymus mastichina),
tomillo (Thymus zygis),
cantahueso (Lavandula
stoechas), berceo (Stipa
gigantea), botonera
(Santolina rosmarinifolia)...
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
La etapa de regresión de este tipo de bosques esta representada por
jaras, “acompañadas por algunas especies de los brezales
noroccidentales, como Halimium
alyssoides” (Ferreras, 1987).
Los lugares de este área en donde se encuentran los bosques mejor
conservados son la sierra de Camaces al norte de Ciudad Rodrigo
(Salamanca), los Arribes del Duero (entre Salamanca, Zamora y
Portugal), la comarca del Cerrato (Palencia), los montes Torozos
(Valladolid)... (Blanco et al, 1997).
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Encinar de Castromonte (Valladolid), situado en el Camino de Santiago.
Un pequeño bosque transformado en dehesa, con ejemplares de medio o
bajo porte.
Sotobosque del encinar de Castromonte (Valladolid). En la imagen se
aprecian encinas
de tamaño medio y ejemplares achaparrados, junto con
jaras y tomillos.
Fotografías de
Alberto Díaz, 2014.
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- Encinares del Sistema Central:
también se le conoce por
otros autores como Ferreras (1987) como encinares carpetanos,
guadarramaicos o encinares con enebros. Son bosques silicícolas,
aparecen en el piedemonte, en los valles y en las vertientes de las
montañas del sistema Central, normalmente, por debajo de los melojares
(Ferreras, 1987). Saracterizan porque en ellos, es muy típica la
asociación de la encina carrasca junto el enebro de la miera (Juniperus
oxycedrus) (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
La estructura de estos bosques es la siguiente: en el estrato arbóreo,
la encina aparece rodeada de enebros, que en determinadas áreas, llegan
a alcanzar una gran altura, y pueden llegar a dominar las partes
aclaradas del bosque. En el estrato arbustivo aparecen pocas especies,
las más comunes son el torvisco (Daphne
gnidium), la retama loca
(Osyris alba),
la jara pringosa (Cistus
ladanifer),
el Dorycnium
pentaphyllum, la peonía (Paeonia broteri),
el
majuelo (Crataegus
monogyna), el rusco (Ruscus
aculeatus), el
labiérnago u olivilla (Phillyrea
angustifolia)... El estrato herbáceo
también es pobre y poco variado, las plantas más típicas son la
esparraguera (Asparagus
acutifolius), la Anthriscus caucalis,
el Galium
parisiense, el geranio de los caminos (Geranium
molle)... Por último, en el estrato de las lianas y las
plantas
trepadoras, las especies más comunes son la rubia (Rubia peregrina),
la
madreselva (Lonicera
etrusca) y la zarzamora (Rubus ulmifolius)
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
En las etapas de sustitución de estos bosques aparecen retamas (Retama
sphaerocarpa) en los suelos más arcillosos, y jaras (Cistus
ladanifer y Cistus laurifolius)
en los suelos más
arenosos. Pero si la degradación continúa, entonces, suelen dominar los
cantuesares, los tomillares y algunas gramíneas.
Los ejemplos más característicos de este tipo de encinares se
encuentran en El Pardo (Madrid), San Martín de Valdeiglesias, Cadalso
de los Vidrios (Madrid)...
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Encinas en la Peña de Cadalso o cerro de Peña Muniana (1044 m.), en
Cadalso de los Vidrios (Comunidad de Madrid).
Las encinas comparten la cima de esta bonita
montaña granítica junto con pinos piñoneros y resineros (imagen izq. y drcha.). Fotografías de Alberto
Díaz, 2015.
Encinar adehesado situado en las cercanías de las cuevas del Águila, en
Ramacastañas,
una pedanía de Arenas de San Pedro (Ávila). Fotografía de Alberto Díaz,
2015.
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- Encinares
luso-extremeños: son encinares homogéneos, y
cuando están bien conservados muestran una gran riqueza de especies,
sobretodo en las partes menos soleadas, en donde la temperatura y la
humedad es mas constante (Blanco et al, 1997). En este área, las
encinas tienden a situarse a una altitud moderada, en lugares con
inviernos relativamente suaves (con heladas poco intensas) y con un
gradiente térmico normal (Ferreras, 1987). Muchos de los encinares de
esta zona han sido transformados en dehesas, pero aún existen encinares
bien conservados y con un alto nivel de desarrollo. En general, son
bosques bien estructurados que muestran una gran variedad de plantas.
En el estrato arbóreo la encina aparece acompañada con muchos árboles y
arbolillos de mediana altura como el piruétano (Pyrus bourgaeana),
los
madroños (Arbutus unedo),
las cornicabras (Pistacia
terebinthus)... En
las áreas más umbrías aparecen también algunos ejemplares de
alcornoques (Quercus
suber) y quejigos (Quercus
faginea). (Ferreras,
1987). El estrato arbustivo de estos encinares está prácticamente
ocupado por diferentes especies de cistáceas, como la jara blanca
(Cistus albidus)
y la jara pringosa (Cistus
ladanifer); ericáceas, como
el brezo arbóreo (Erica
arborea), el brezo rubio (Erica australis) y
el
brezo de escobas (Erica
scoparia); y sobretodo leguminosas
(familia Fabaceae o Leguminosae), como
la
escoba blanca (Cytisus
multiflorus), el escobón (Cytisus striatus),
la
retama negra (Cytisus
scoparius), aulaga (Genista
hirsuta), el tojo
(Genista falcata)...
Muchas de estas especies son acidófilas, y entre
ellas destacan algunos endemismos ibéricos como la Lavandula
stoechas subsp. sampaiana y
subsp. luisieri (Blanco
et al, 1997). Por último, en
el estrato herbáceo destacan Thapsia
maxima, Aristolochia
pistolochia, Corydalis spp., Anemone
palmata, Teucrium
scorodonia y los
geranios Geranium
lucidum y Geranium
robertianum (Blanco et al, 1997).
Los mejores encinares luso-extremeños se encuentran en el parque
nacional de Monfragüe, en las sierras de Guadalupe, San Pedro y los
Montes de Toledo, en la parte oeste de sierra Morena, y en las regiones
portuguesas de el Alentejo y el Algarve (Blanco et al, 1997).
- Encinares de
la mitad oriental de la península Ibérica:
también se les denomina encinares manchegoaragoneses o encinares del
sistema Ibérico. Se extienden por gran parte de Castilla La Mancha, y
por áreas situadas alrededor del valle del Ebro, principalmente en el
piso mesomediterráneo. Climáticamente estas áreas son secas, cálidas y
muy continentales, y geológicamente están formadas principalmente por
materiales calizos (Ferreras, 1987).
En general, son encinares muy degradados puesto que gran parte de su
espacio potencial ha sido ocupado por tierras de cultivos (de vid,
olivos, almendros y cereales principalmente), por pinares de
repoblación, pastos o eriales. En las áreas más bajas o más llanas
apenas quedan encinares, y la mayoría de los que se mantienen están
adehesados. Los buenos bosques de encinas que aún se mantienen suelen
estar en áreas poco accesibles, por lo que se distribuyen de manera
discontinua. Estos bosques tienen un tamaño y una estructura muy
variable en función de su estado de conservación, aunque no suelen ser
excesivamente grandes (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
Muchos de los encinares de la mitad oriental de Iberia suelen ser
encinares achaparrados y suelen ser florísticamente pobres, y aunque
algunos bosques pueden llegar a ser relativamente densos, tienden a
estar bastante aclarados (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
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Bosque mixto de encinas y enebros situado entre Herencia y Villarta
(Ciudad Real),
cerca del monte el Navajo (sierra de Tres Fuentes). Fotografía de
Alberto Díaz, 2015.
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Dentro de los encinares de la mitad
oriental de la península Ibérica,
Casildo Ferreras (1987) y Blanco et al (1997), diferencian dos subtipos
de encinares: a) los encinares manchegos y aragoneses del valle del
Ebro y b) los encinares de parameras.
En los encinares
manchegos y aragoneses del valle del
Ebro las encinas carrascas tienden a aparecer, de
manera
dispersa, junto con pequeños árboles de coscoja (Quercus coccifera)
que
no suelen superar los 2 metros de altura. También es común en este área
que la encina se mezcle con diferentes tipos de matorrales (tomillares,
romerales, espartales, albardinales...) o aparezca formando bosques
mixtos con pinos carrasco (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
De manera general, en los encinares manchegos y aragoneses también
suelen aparecer pequeños arbolillos como el aladierno (Rhamnus
alaternus), el enebro (Juniperus
oxicedrus), la sabina mora (Juniperus
phoenicea), el espino negro (Rhamnus lycioides)...
Ocasionalmente, en
áreas umbrías con suelos profundos pueden crecer algunos ejemplares de
quejigos (Quercus
faginera) y algunos arces (Acer monspesulanum).
Dentro del sotobosque de estos bosques suelen haber especies muy
interesantes, como la planta medicinal Bupleurum rigidum,
las
rosas silvestres, las gayubas (Arctostaphylos
uva-ursi), los tojos
(Ulex parviflorus),
los lentiscos (Pistacia
lentiscus)... En los claros
de estos bosques por el contrario, dominan las plantas subesteparias o
sáharo-mediterráneas como el sisallo (Salsola vermiculata),
la ontina
(Artemisia herba alba),
el chucarro (Ononis
tridentata)... En el
estrato herbáceo destacan algunas gramíneas como el esparto (Stipa
tenacissima) o el cerrillo escobero (Stipa offneri) y
los Helianthemum
(Helianthemum squamatum y H. syriacum); y en
el
estrato de la lianas y las trepadoras, son típicas la madreselva
(Lonicera implexa)
y la rubia (Rubia
peregrina).
Las etapas de sustitución de estos encinares, suelen ser romerales
(Rosmarinus officinalis),
cuando el sustrato es calizo, y tomillares
gipsícolas, cuando el sustrato es yesífero.
Los encinares de
paramera se sitúan entre los 1.000 y
los 1.400 m. de altitud, en las partes altas de los páramos calizos de
Cuenca, Guadalajara, Soria, Burgos, Albacete... En ellos, las encinas
aparecen achaparradas y forman masas puras y densas, o bosques mixtos
junto con las sabinas albares (Juniperus
thurifera). Pero, cuando las
encinas aparecen junto con las sabinas, no forman una asociación
pacífica, puesto que entre ambas especies existe una fuerte competencia
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
Debido a que el suelo rocoso de las parameras no es excesivamente apto
para la agricultura, se han podido conservar buenos bosques de encinas
en estos territorios. En estos bosques, las encinas aparecen junto con
sabinas albares, pero también con muchas plantas comunes de los
sabinares, como Astragalus
turolensis o Artemisa pedemontana.
En el sotobosque de estas formaciones
pueden verse matorrales almohadillados y espinosos, como
la Genista
rigidissima y la Erinacea
anthyllis, además de arbustos como la aliaga (Genista scorpius) y
el
enebro común (Juniperus
communis), pequeñas matas de tomillos (Thymus
vulgaris, T.
mastigophorus, T. zygis), algunos
linos
(Linum suffruticosum)...
(Blanco et al, 1997).
Existen buenos ejemplos de bosques de encinares de paramera en algunas
áreas de la Alcarria (de Guadalajara y Cuenca), en Camparañón (Soria),
Montejo de Tiermes (Soria), Barahona (Soria), Cabañeros (en Ciudad Real
y Toledo), Molina de Aragón (Guadalajara)... (Rubio, 1989; Ferreras,
1987; Blanco et al, 1997)...
- Encinares
béticos montanos: se extienden por las sierras
béticas y penibéticas. Son encinares complejos y variados, puesto que
aparecen en áreas con diferentes materiales geológicos, en un rango
altitudinal muy amplio. De hecho, en Andalucía es donde la encina
alcanza su mayor altitud dentro de la península Ibérica (Blanco et al,
1997).
En estos bosques, la encina forma bosques puros, y bosques mixtos con
quejigos, melojos, pinos carrascos, pinos salgareños, e incluso, con
pinsapos. En general, todos estos bosques son muy ricos a nivel
florístico. En ellos, aparecen muchas especies endémicas como la
alhucema o huagazo (Lavandula
lanata), la flor de arnica (Centaurea
granatensis), la escorzonera (Scorzonera albicans),
el tomillo colorao
(Thymus granatensis)...
En las áreas con menor altitud, aparecen en el
sotobosque muchas plantas termófilas como el lentisco (Pistacia
lentiscus), el romero (Rosmarinus
officinalis) y el acebuche (Olea
europea var. sylvestris). En
cambio, en las áreas de
mayor altitud tienden a aparecer plantas orófilas como el agracejo
(Berberis vulgaris subsp. australis); plantas
espinosas como el majuelo o espino albar (Crataegus monogyna),
el
cerezo rastrero (Prunus
prostrata) o el endrino (Prunus spinosa);
árboles caducifolios como el cerezo de Santa Lucía (Prunus mahaleb) y
el arce de Montpellier (Acer
monspessulanum); y en las áreas rocosas
matorrales oromediterráneos como el Echinospartum boissieri,
la Erinacea
anthyllis, el Bupleurum
spinosum,
la Hormatophylla
spinosa... (Blanco et al, 1997).
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Encinar sobre calizas situado en el valle de los tejos milenarios en el
parque natural
de Cazorla (Jaén, España). Fotografía de Alberto Díaz,
2019. |
Continúa en la siguiente
página con los encinares
termomediterráneos y con la situación actual
de los encinares de la península Ibérica...
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