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Bosques
canarios
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Gimnospermas |
- Pino
canario (Pinus
canariensis).
- Sabinares canarios (J.
phoenicea var canariensis). |
Angiospermas |
- Laurisilva. |
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Pinares de pinos canarios:
El pino canario (Pinus
canariensis) es un árbol esbelto de unos 20 o 30 metros,
aunque puede llegar a alcanzar los 60 metros. Se diferencia del resto
de pinos de España porque todas sus acículas se insertan en la vaina de
3 en 3. El pino canario habita en algunos puntos de
Andalucía, pero tiene su hábitat natural en las islas Canarias, en El
Hierro, La Gomera, La Palma, Tenerife y Gran Canaria. No está presente
en Lanzarote y en Fuerteventura al ser islas bajas, que no superan los
900 metros de altitud (Arozena, 1987).
De forma natural vive entre los 1.300 y los 2.000 metros de altitud.
Estos límites están marcados por el clima y la topografía puesto que el
árbol debe mantenerse entre estas cotas ya que es donde se dan los
valores de temperatura y humedad óptimos para su desarrollo. Por encima
de los 2.000 metros de altitud el pino canario no consigue
desarrollarse porque en estas áreas las temperaturas son lo
suficientemente bajas como para impedir su crecimiento. Aun así, su
territorio ha sido alterado por el ser humano a veces de manera
positiva con repoblaciones que han extendido de forma artificial el
área de distribución de la especie, y otras veces de manera negativa,
deforestando o quemando algunas de sus áreas (Arozena, 1987).
Los bosques de pinos canarios suele ser densos, cerrados, homogéneos y
muy monótonos. En ellos, el pino canario suele dominar de forma casi
absoluta el estrato arbóreo, y debido a que los árboles no dejan pasar
mucha luz a los estratos inferiores, y a que continuamente sueltan sus
hojas, los sotobosques tienden a ser pobres en especies. El pino
canario suele formar
asociaciones con plantas pequeñas: retamas, codesos, tomillos, fayales,
brezales, jaras...
En las fotografías áreas son fáciles de identificar por el color, la
densidad, la altura de los árboles, la homogeneidad de la formación, su
distribución... Los árboles jóvenes de pino canario suelen tener una
forma cónica o piramidal, mientras que los ejemplares más viejos tienen
una forma mucho más irregular.
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Pinar húmedo con brezos y fayas en Tenerife. Fuente: Grafcan, Gobierno
de
Canarias (2014). Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de
España.
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Sabinares canarios:
La sabina canaria (Juniperus
turbinata ssp. canariensis)
es un endemismo canario-madeirense que forma un tipo especial de bosque
termófilo, los sabinares canarios. Estos bosquetes perennifolios y
esclerófilos ocupan áreas semiáridas, espacios intermedios entre el
piso de vegetación del matorral de costa, y los pisos de vegetación del
monteverde y/o el pinar, en Canarias. Habitan en altitudes variables
en función de la topografía del área, y pueden llegar a ocupar lugares
cercanos a la costa, aunque se desarrollan en las islas con mayor
altura: en El Hierro, La Gomera, La Palma y Tenerife (Arozena, 1987;
Fernández Palacios et al, 2008).
En general, la supervivencia de estos bosques es complicada puesto que
la formación está en retroceso debido a que su espacio potencial ha
sido ocupado por la agricultura y la ganadería y porque la sabina
canaria tiene poca capacidad de regeneración (Fernández Palacios et al,
2008).
Existen muy pocos sabinares canarios en buen estado, los más
interesantes son los sabinares de Anaga, en Tenerife; la Dehesa, en El
Hierro; y Vallehermoso, en La Gomera (Arozena, 1987).
En las fotografías aéreas el bosque de sabinar canario se caracteriza
por el porte medio-bajo de las sabinas y por la relativa dispersión de
los árboles en el terreno. En el sabinar, la sabina constituye la
especie más característica del bosque y domina el territorio por su
longevidad y por su competencia frente a otras especies. El sotobosque
suele ser rico y variado (Arozena, 1987; Fernández Palacios et al,
2008).
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Sabinar al noreste de la montaña Marcos en El Hierro.
Fuente: Grafcan, Gobierno de Canarias (2014).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Laurisilva:
La laurisilva es una formación vegetal de gran valor ecológico puesto
que es un bosque relicto del Terciario y genuinamente subtropical
puesto que tiene características de los bosques tropicales y de los
bosques mediterráneos y templados. Es una formación vegetal de hoja
perenne (pero debido a la estabilidad del clima, la interrupción de la
actividad de los árboles es casi imperceptible), y es un bosque con un
gran variedad de especies y un elevado número de endemismos (Arozena,
1987).
Se desarrolla en lugares con temperaturas suaves durante todo el año,
con una humedad alta y constante, con precipitaciones abundantes (de
unos 900 a 1.500 mm. anuales), en donde no hay una estación seca
excesivamente definida, y sobre suelos volcánicos ricos (generalmente
andosoles). Éstas condiciones sólo se dan en Gran Canaria, en Tenerife
y en La Gomera, en donde se encuentran los bosques de laurisilva mejor
conservados de las islas Canarias (Arozena, 1987).
En las fotografías aéreas se observa que los bosques de laurisilva
suelen ser densos y que en ellos no hay ninguna especie que domine la
formación. En la laurisilva el bosque es pluriespecífico y en él
aparece una gran variedad de especies arbóreas, a veces, más de veinte
(entre lauráceas, mirsináceas, aquifoliáceas, ramnáceas, oleáceas,
rosáceas, ericáceas...). Pero a pesar de esta variedad, el bosque puede
parecer en cierta medida uniforme, puesto que existe una cierta
homogeneidad morfológica entre todas las especies, por ejemplo, las
hojas suelen ser como el laurel (de ahí el nombre de la formación), son
hojas anchas, ovaladas, coriáceas, persistentes....
Un bosque de laurisilva en estado óptimo se caracteriza por ser una
formación siempreverde, con un estrato arbóreo denso y muy rico en
especies, con un sotobosque pobre, en donde dominan los helechos, y con
muchos musgos y líquenes que crecen aprovechando la humedad ambiental y
las nieblas de la zona. Pero, es difícil encontrar bosques de
laurisilva con un buen estado de conservación porque históricamente han
sido muy atacados por el ser humano que ha explotado excesivamente su
madera, construido en su espacio y transformado su
territorio
para plantar especies exóticas. Afortunadamente la laurisilva tiene una
gran capacidad para regenerarse y el ser humano que cada día es más
consciente del valor de esta formación (Arozena, 1987).
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Laurisilva en Garajonay, La Gomera. Fuente: Grafcan, Gobierno de
Canarias (2014).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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