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Eucaliptos (Eucalyptus
spp.)
Los eucaliptos
agrupan a un gran número de árboles procedentes de Oceanía que
actualmente ocupan una gran parte del territorio peninsular (unas
633.000 ha. según SECF, 2010), siendo con diferencia el taxón no
autóctono más común del territorio.
Las principales especies
presentes en España son el eucalipto blanco (Eucalyptus globulus,
con
unas 325.000 Has) y el eucalipto rojo (Eucalyptus camaldulensis,
con
unas 175.000 Has), pero también se encuentran, aunque en menor
proporción E. caldocalix,
E.
dalrympleana, E.
gigantea, E.
gomphocephala, E.
grandis, E.
maidenii, E.
saligna, y E.
viminalis.
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Ramas de eucalipto blanco en la playa Bamio, en Villagarcía de Arosa
(Pontevedra, España). Fotografía de Alberto Díaz, 2018.
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El
eucalipto
blanco o común (Eucalyptus
globulus) es originario del
sureste de Australia y Tasmania, en donde es muy común, sobretodo en
suelos ligeramente ácidos y zonas frescas y húmedas. Aunque se
ha
extendido por todo el mundo por su uso industrial y como método natural
para desecar áreas pantanosas (lo cual es una gran ayuda para el
control del paludismo). Crece rápidamente aunque no resiste el frío
intenso y es un poco sensible a las sequías prolongadas. Por todo ello,
se usa para la producción de madera, la fabricación de pulpa de papel,
la obtención de un aceite esencial, y como árbol ornamental.
En
el norte de España, el eucalipto blanco fue introducido en la segunda
mitad del siglo XIX, en principio como especie ornamental. Pero al
aumentar su uso industrial, fue extendiéndose rápidamente, y pasó de
unos pocos cientos de hectáreas en 1960, a las más de 325.000 ha.
actuales. Todo ello por medio de un repoblación masiva (en la que
dominaban los pinos y los eucaliptos), que convirtió a este árbol en la
especie no autóctona más común de España, desplazando a un gran número
de especies nativas.
Actualmente abarca un importante
territorio que se reparte entre Galicia (en donde es muy abundante,
sobretodo en Pontevedra), Asturias, Cantabria y Euskadi (sobretodo en
Vizcaya), y en algunas áreas de Huelva, Cádiz y el levante.
El
eucalipto
rojo (Eucalyptus
camaldulensis), por otro lado, es nativo de
Australia donde está ampliamente expandida, especialmente cerca de
cursos de agua. Es uno de los eucaliptos más plantados a nivel mundial
(ca. 5.000 km² cultivados) puesto que germina y crece rápidamente,
resiste a la sequía desde joven, y puede estabilizar bancos de ríos y
retener el suelo. Aunque cuando el árbol necesita ahorrar agua o tiene
una rama quebradiza es capaz de desramarse y puede desprenderse de
forma instantánea de parte de su ramaje.
Este eucalipto
tiene una madera densa y muy dura, por eso se emplea en la fabricación
de vigas, postes, escaleras, tableros, muebles, herramientas... para
producir pastas celulósicas, carbón y leña de gran calidad. Además, se
usa en la polinización con abejas, y sus hojas son útiles para curar
catarros.
En España esta especie tuvo un desarrollo similar
al eucalipto blanco, aunque a diferencia de este, se tendió a cultivar
más en áreas con clima mediterráneo. Por ello, actualmente se
distribuye principalmente por las provincias de Cáceres (en
el
municipio de Serradilla es muy abundante), Badajoz, Huelva y Sevilla,
además de Toledo, Ciudad Real, Córdoba, Cádiz y Málaga, y algunos
puntos de Murcia, Alicante y Castellón.
Ambas
especies son
muy controvertidas en España, puesto que fueron plantadas de manera
masiva. Esto provocó que los eucaliptos alteraran la fauna, la flora,
el suelo y los recursos hídricos (provocan la desecación de la tierra)
de las áreas en donde eran instalados al ser especies muy invasoras,
que se adaptaron muy bien al clima peninsular. Además, al ser árboles
pirófitos, facilitan la propagación de los incendios, resisten muy bien
el fuego (aunque su madera arde fácilmente), y cuando ocurre uno,
pueden colonizar un espacio mucho mayor. Pero por otro lado, los
eucaliptos han permitido la industrialización del medio rural y han
dinamizado el sector forestal.
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Eucaliptos blancos en la playa Bamio, en Villagarcía de Arosa
(Pontevedra,
España). Fotografía de Alberto Díaz, 2018. |
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