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Alcornocales (Quercus suber):
El alcornoque (Quercus suber) es
un
taxón más antiguo que la encina, y evolutivamente más estable. Su
nombre deriva del artículo árabe al y del
latín quercu,
que significa roble. La palabra suber, indica el
nombre que le
daban los romanos (Blanco et al, 1997).
Los alcornoques son una
especie con un área de
distribución grande que abarca casi todo el
Mediterráneo occidental. Presentan una fisiología y una fisionomía
similar a las encinas, ambas especies son esclerófilas y están
adaptadas a las particularidades climáticas de la zona mediterránea
(excesiva luminosidad, el periodo de sequía coinciden con las altas
temperaturas veraniegas, hay frío invernal, heladas tardías...), aunque
el alcornoque, a diferencia de la encina, es más termófilo (prefiere
una temperatura anual superior a los 14 o 15ºC y no surge en áreas con
temperaturas muy contrastadas o excesivamente frías).
Aparecen
entre los 0 y los 800 metros de altitud (raramente suben al piso
supramediterráneo), en áreas húmedas con unos 600 o 1.000 mm. de
precipitación anual y con una humedad relativa elevada, de un 65 u 80%
(Ferreras et al, 1987; Rubio, 1989; Blanco et al, 1997). A nivel
edáfico, el alcornoque es un árbol muy silicícola y
calcífugo (huye de
áreas calcáreas), prefiere lugares con sustratos básicos y con una
textura arenosa o suelta (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).
Sólo aparece sobre sustratos calizos en áreas muy lluviosas en donde en
el suelo haya procesos de descarbonatización (Ferreras, 1987).
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Alcornoques singulares del parque natural de Grazalema (Cádiz, España).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019. |
Morfológicamente,
los alcornoques se caracterizan por su copa grande, amplia y de color
verde claro, muy brillante, y por su peculiar tronco, grueso, suberoso,
y de color claro, blanco o grisáceo, o naranja, si ya ha sido
descorchado (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997). Su madera es
dura y pesada, y resiste muy bien la pudrición, por ello fue empleada
para la construcción de barcos, herramientas, toneles... (Ortuño y
Ceballos, 1977; Rubio, 1989). Las hojas del alcornoque tienen forma
abarquillada y unos nervios secundarios muy característicos, paralelos
y rectilíneos, que van desde del nervio central de la hoja hasta los
dientecillos del borde. Las bellotas miden de 2 a 3 cm. de longitud y
se suelen usar como alimento para el ganado (wikipedia, 2016). Por
último, destacan las raíces, que son muy potentes, profundas, poseen un
gran desarrollo horizontal, y además, son capaces de generar renuevos
(Rubio, 1989).
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Tronco de alcornoque. Fotografía de Alberto Díaz, 2019. |
Para poder identificar a los alcornoques, y
diferenciarlos del resto de robles de España, se recomienda usar esta
pequeña guía de robles de la península
Ibérica.
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En
la naturaleza, cuando las condiciones climáticas, geográficas y
antrópicas son óptimas para los alcornoques, éstos pueden llegar a
formar bosques puros bastante densos y homogéneos, y muy ricos en
especies. En cambio, cuando los alcornocales son manipulados por el ser
humano (para la explotación del corcho y de la bellota), suelen ser
mucho más pobres y suelen estar dominados por especies heliófilas. Por
otro lado, cuando las condiciones son menos idóneas para la especie,
los alcornoques también pueden aparecer de manera aislada, en bosques
mixtos con encinas (en el oeste y sobretodo en el sur de la península
Ibérica), y menos frecuentemente, con quejigos, robles andaluces,
robles pubescentes y con coscojas (en casi toda la península).
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Alcornoques en el en el P.N. de los Alcornocales (Cádiz, España).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019. |
Debido
a las características
ecológicas de los alcornoques en las que se
incluyen su carácter calcífugo, sus exigencias en precipitaciones, su
termofilia y su lucha con la encina, su área de distribución dentro de
la península es limitada. No aparece en el norte, ni en lugares
calizos, ni en sitios secos y/o continentales, ni en sierras con climas
fríos, pero en los sitios en donde se reúnen sus condiciones
climatológicas y edáficas, el alcornoque se impone a la encina y llega
a formar grandes bosques (Ferreras, 1987).
Las grandes áreas
geográficas en donde aparecen las características óptimas para el
desarrollo de los alcornocales permiten clasificar y delimitar los
principales tipos de alcornocales. Según Casildo Ferreras (1987) y
Blanco et al (1997) los alcornocales peninsulares se pueden dividir en
los siguientes tipos:
- Alcornocales
luso-extremeños: se
sitúan en gran parte del sector suroccidental de la península Ibérica.
Aparecen en los Montes de Toledo y en sierra Madrona (Ciudad Real), en
la parte occidental de Extremadura, concretamente, en Jerez de los
Caballeros (Badajoz) en donde se encuentra el mayor alcornocal de
España, en Monfragüe (Cáceres) y en la sierra de San Pedro (entre
Cáceres y Badajoz), en sierra Morena (en el noroeste de Andalucía)...
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997). También hay alcornocales, aunque
la mayoría de ellos adehesados, en casi todo el sur de Portugal
(sobretodo en la región del Alentejo), de hecho, Portugal es el país
con mayor producción de corcho del mundo (Ferreras, 1987; Blanco et al,
1997).
Toda esta zona, es el principal área del alcornocal en la
península Ibérica, en su conjunto, se encuentran el 90% de los
alcornocales peninsulares (Ferreras, 1987). Es un área muy extensa, que
abarca muchos lugares, pero en todos ellos se encuentra un clima con
precipitaciones moderadas y temperaturas suaves. A pesar de estar
dentro del bioma mediterráneo, estas áreas son relativamente húmedas
debido a la influencia del océano Atlántico (Ferreras, 1987; Blanco et
al, 1997).
La mayoría de estos bosques (tanto portugueses como
españoles) están adehesados y normalmente sólo se encuentran buenos
alcornocales en las áreas mas aisladas (Ferreras, 1987). En general,
tienden a situarse en los fondos de los valles y en laderas umbrosas de
sierras con suelos ácidos (granitos, gneis, pizarras y esquistos) en
donde puedan captar la humedad del océano (Blanco et al, 1997).
Los
alcornocales mejor conservados tienden a estar acompañados por un
variado grupo de plantas leñosas y herbáceas. El estrato arbóreo de
estos bosques puede estar dominado por el alcornoque, aunque también es
frecuente en esta zona, que aparezcan formaciones mixtas de alcornoques
con encinas (Quercus ilex)
o con quejigos lusitanos (Quercus
faginea subsp. broteroi). En el
estrato arbustivo,
suele
haber una gran variedad de especies, muchas de ellas, también aparecen
en los encinares. Los árboles pequeños y los arbustos más típicos de
estos bosques son: madroño (Arbutus
unedo), piruétano (Pyrus
bourgaeana), durillo (Viburnum
tinus), labiérnago u olivilla (Phillyrea
angustifolia), labiérnago negro o agracejo (Phillyrea latifolia),
brezo
blanco (Erica arborea),
brusco o rusco (Ruscus
aculeatus), lentisco
(Pistacia lentiscus),
mirto (Myrtus communis),
escorodonia (Teucrium
scorodonia), escoba o retama blanca (Cytisus multiflorus),
aulaga
(Genista hirsuta), Adenocarpus telonensis...
El estrato
herbáceo
suele ser pobre (si el bosque esta bien desarrollado), aún así son
comunes los helechos como el helecho común (Pteridium aquilinum),
además de garbancillo (Astragalus
lusitanicus), peonía (Paeonia broteri), Sanguisorba hybrida...
Por último, destaca el
estrato
de las lianas y las plantas trepadoras, en el que las especies más
frecuentes son la zarzaparrilla (Smilax
aspera) y la madreselva de los
bosques (Lonicera
periclymenum) (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
Cuando
estos alcornocales comienzan a degradarse, los bosques ricos en
especies se transforman en matorrales con madroños (Arbutus unedo),
brezos blancos (Erica
arborea), olivillas (Phillyrea
angustifolia),
cornicabras (Pistacia
terebinthus)... Si la degradación continúa,
aparecen jarales y brezales (Ferreras, 1987).
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- Alcornocales
béticos (según Ferreras, 1987) o alcornocales húmedos
gaditanos y malagueños (Blanco et al, 1997): se sitúan en
las
cordilleras Béticas, sobretodo en el extremo occidental, que es la
parte más húmeda. Dentro de este área, los alcornoques tienden a ocupar
lugares con sustratos no calizos (principalmente areniscas), con suelos
profundos y permeables, con precipitaciones moderadas o altas, y con
una buena humedad ambiental y edáfica (Ferreras, 1987; Blanco et al,
1997).
En estas áreas las precipitaciones van desde los 600 o 700
mm. a los más de 1.000 mm. anuales, a pesar de estar en el clima
mediterráneo, en donde sigue habiendo sequía en verano. El invierno en
estos sitios es suave, y los veranos son largos y calurosos (Ferreras,
1987).
En los alcornocales béticos, sobretodo en los bosques
gaditanos, los alcornoques tienden a mezclarse con otras especies
arbóreas como el guejigo andaluz (Quercus
canariensis) o el madroño
(Arbutus unedo),
que en estos bosques tiende a adquirir un porte
arbóreo, además de con el roble melojo (Quercus pyrenaica)
y/o la
coscoja (Quercus
coccifera) (Ferreras, 1987, Blanco et al, 1997).
El
sotobosque de estos alcornocales es muy rico y variado en especies,
existen muchas ericáceas, cistáceas y leguminosas arbustivas
como Teline linifolia, escobón negro (Cytisus villosus),
rascavieja (Adenocarpus
telonensis), erguén (Calicotome
villosa),
aulaga (Genista tridens)...
(Blanco et al, 1997). En el estrato
herbáceo aparecen muchas especies, algunas de ellas son atlánticas, y
son muy exigentes en precipitaciones como la brecina (Calluna
vulgaris), la carquesas (Chamaespartium
sagittale y C.
tridentatum), la carrasquilla azul (Lithodora diffusa),
la Polygala
microphylla, carroncha o argaña (Erica
ciliaris), Erica
erigena... (Blanco et al, 1997). El estrato
de la
lianas también es muy rico, en él se pueden ver muchas especies de
madreselva mediterránea (como Lonicera implexa, L. etrusca, L.
periclymenum subsp hispanica),
zarzaparrillas (Smilax
aspera), hiedras
(Hedera helix),
o las bonitas enredaderas andaluzas (Clematis cirrhosa)
con sus grandes flores rosas de invierno (Blanco et al, 1997). Además,
la humedad ambiental que hay en estos bosques favorece la presencia de
un variado grupo de plantas epífitas como el musgo Leucodon
sciuroides, el curioso ombligo de Venus (Umbilicus rupestris),
la
ruscácea Ruscus
hypophyllum o los
helechos Polypodium
cambricum y Davallia canariensis (Blanco
et
al, 1997).
En
muchas de estas áreas, los alcornocales se han usado tradicionalmente
para la obtención del corcho, el carboneo y el cultivo de la bellota,
por lo que se ha modificado en gran medida la estructura del bosque
original (Ferreras, 1987). En otras áreas, los alcornocales han sido
transformados en pastos o han sido urbanizados, pero aún así, todavía
se encuentran bosques exuberantes de alcornoques (Ferreras, 1987;
Blanco et al, 1997). Los mejores alcornocales andaluces pueden
encontrarse en las sierras de Huelva y Sevilla; en el parque natural de
Los Alcornocales, en los municipios de Jimena de la Frontera y Alcalá
de los Gazules (Cádiz); en la sierra de las Nieves (Málaga); en la
sierra Bermeja, en Estepona (Málaga) y en la sierra de Monchique (en el
Algarve occidental, en Portugal) (Ferreras, 1987; Rubio, 1989; Blanco
et al, 1997). También aparecen alcornocales, aunque más aislados y
pequeños, en el este de Andalucía, en Despeñaperros (Jaén), en la
Alpujarra (sobretodo en los municipios de Lújar y Polopos, Granada) y
en la sierra de la Contraviesa, alrededor del Puerto de Haza del Lino
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
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Alcornoques en el mirador del corcho, en el parque natural de Grazalema
(Cádiz, España). Fotografía de Alberto Díaz, 2019.
Alcornoques en el Picacho, en el P.N. de los Alcornocales (Alcalá de
Los Gazules y Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía). Fotografía de
Alberto Díaz, 2019. |
- Alcornocales
catalanes: ocupan unas 60.000 ha., una vigésima parte del
total
peninsular (Blanco et al, 1997). Surgen en dos masas principales, la
más grande se sitúa en el sector noreste de la cordillera Catalana,
desde la comarca del Maresme (Barcelona) hasta la comarcas de la Selva
y el Baix Empordá (Girona). La segunda masa de alcornocales, más
pequeña, se extiende por la vertiente meridional en el área más al este
del Pirineo, en los montes Alberes, dentro de las comarcas de Vallespir
y el Alt Empordá (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
En estas
áreas el clima es mediterráneo, pero debido a la influencia de las
borrascas del golfo de León, la humedad ambiental es relativamente alta
y el verano, aunque seco, es bastante corto y puede haber una gran
vegetación (Blanco et al, 1997).
Por debajo de los 600 o 700
metros, el alcornoque (o surera en catalán) encuentra condiciones
óptimas en el sustrato y consigue desplazar a la alzina (Quercus
ilex subsp. ilex). En el resto
de la península, la
subespecie
carrasca de la encina (Quercus
ilex subsp. rotundifolia)
suele dominar sobre el alcornoque, y los dos árboles se suelen repartir
el territorio en función de las precipitaciones. En cambio, en el área
catalana, el alcornoque (Quercus
suber) compite con la alzina (Quercus
ilex subsp. rotundifolia),
y puesto que los dos
árboles
requieren valores de humedad muy similares, es la naturaleza del suelo
la que determina la distribución de ambas especies. Por ello, sobre
suelos básicos (normalmente calizos) suelen desarrollarse los
encinares, y sobre los suelos ácidos (de granitos o esquistos) suelen
imponerse los alcornocales, aunque a partir de los 700 metros, el
encinar montano vuelve a dominar el territorio al ser una especie menos
termófila que el alcornoque (Ferreras, 1987).
En los alcornocales
catalanes, curiosamente, las especies que forman el sotobosque suelen
ser prácticamente las mismas que aparecen en los alzinares litorales, y
la estructura general de los dos tipos de bosque también es similar.
Aun así, existen diferencias entre estas dos formaciones, la espesura
del alcornocal generalmente es menor que la del encinar debido a la
pobreza del suelo y a la acción del ser humano, y las etapas de
sustitución de ambos bosques son muy diferentes (Ferreras, 1987).
En
bosques bien conservados de alcornoques catalanes se pueden observar un
variado grupo de plantas. En el estrato arbóreo junto con el propio
alcornoque aparece una serie de pequeños arbolillos como el madroño
(Arbutus unedo),
el durillo (Viburnum
tinus), y el brezo arbóreo (Erica
arborea). En el estrato arbustivo también suele haber un
nutrido grupo
de especies entre la que se encuentran: berozo (Erica scoparia),
olivilla (Phillyrea
angustifolia), rusco (Ruscus
aculeatus), y muchas
genistas (Cytisus
villosus, Genista
monspessulana, Genista
linifolia...). En el estrato herbáceo destacan Brachypodium
sylvaticum, Carex
olbiensis... y helechos como el adianto
negro
(Asplenium onopteris),
el culantrillo negro
(Asplenium
adiantum-nigrum) y el helecho real (Osmunda regalis).
Por último,
debido a la humedad ambiental también suele haber varios tipos de
lianas y trepadoras como madreselvas (Lonicera implexa),
zarzaparrillas (Smilax
aspera), rubias (Rubia
peregrina), hiedras (Hedera
helix), Clematis
flammula... (Blanco et al, 1997).
A
pesar de todo, el ser humano ha eliminado gran parte del territorio del
alcornoque, puesto que se ha comprobado que desde hace más de 10.000
años, después de la glaciación Würm, los alcornoques tenían un
importante papel dentro del territorio catalán (Blanco et al, 1997). La
industria del corcho ha aclarado y degrado estos alcornocales, creando
bosques muy aclarados y pobres en especies. En otras áreas, el grado de
degradación ha sido mayor, y han surgido las etapas de sustitución,
matorrales de madroños y brezos (sobretodo de Erica arborea),
y
jarales en las áreas más degradadas (Ferreras, 1987).
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- Otros
alcornocales: aparte de las tres grandes áreas con
alcornocales también
aparecen pequeñas manchas dispersas por toda la península (incluso en
el área eurosiberiana o medioeuropea) que indican que este árbol tuvo
una distribución mayor en el pasado (Blanco et al, 1997). Muchos de
estos bosques representan áreas limítrofes, fragmentadas o aisladas de
las principales zonas de los alcornocales (Ferreras et al, 1987) y
suelen estar situadas en lugares con un microclima favorable para la
especie (Blanco et al, 1997).
De norte a sur, las principales
masas secundarias de alcornoque se encuentran en el sur de Galicia en
los cañones del Sil y el Miño, en los valles del Ulla, el Deza y el
Toxa, en la península del Morrazo (Pontevedra) y en la comarca de
Bergantiños (al oeste de La Coruña), en el Bierzo (León), en Cangas de
Narcea y en la sierra de Carondio (Asturias), en la Liébana
(Cantabria), en los alrededores de Barakaldo y Elorrio (Bizkaia), en
Zumaya y en Zarautz (en Gipuzkoa), en la sierra de la Virgen (Sestrica,
Zaragoza), en la sierra de Espadán (Castellón), en las comarcas de
Sayago y Arribes del Duero (Zamora), en Tordesillas (Valladolid), en
Vitigudino (Salamanca), en el Alto Tiétar (Ávila), en la provincia de
Madrid, en pequeñas masas aisladas situadas en La Pedriza, en Hoyo de
Manzanares, entre Torrelaguna y el Berrueco, en la sierra de la Cabrera
y entre Cadalso de los Vidrios y las Rozas de Puerto Real, en el valle
del Jerte (Cáceres), en la sierra Calderona (Valencia), en la sierra de
Carrascoy (Murcia)... (Ferreras et al, 1987; Blanco et al, 1997).
Pero
pese a todos estos tipos de alcornocales, actualmente se conservan muy
pocos alcornocales naturales o semi-naturales y lo más común es que los
alcornoques aparezcan en dehesas
diseñadas específicamente para la
extracción del corcho. De hecho, el 93% de los
alcornocales de la
península Ibérica, son de propiedad privada (Blanco et al, 1997). En
estas dehesas, todos los árboles se encuentran separados y el
sotobosque es muy pobre. Generalmente, los alcornoques de las dehesas,
no son muy altos, no llegan a superar los 20 metros, y suelen tener un
tronco anormalmente ancho y grueso, que se ramifica a pocos metros, y
del que parte una copa muy poco densa (Rubio, 1989). Otros
alcornocales han tenido peor suerte y han sido transformados en
pastizales, en cultivos, o en matorrales en los que solamente hay
alcornoques aislados (Ferreras, 1987).
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Alcornoques
en el Picacho, en el P.N. De los Alcornocales (Alcalá de Los Gazules
y
Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía), con el corcho extraído.
Fotografía de Alberto Díaz, 2019.
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Alcornoques
con el monte Picacho al fondo, en el P.N. de los Alcornocales
(Alcalá de Los Gazules y Jerez de la Frontera, en Cádiz, Andalucía).
Fotografía de Alberto Díaz, 2019. |
A continuación se muestra
una fotografía del alcornocal del Parque Natural de Alcornocales, en
Cádiz, en donde la masa de árboles se encuentra en un buen estado de
conservación (en algunas áreas).
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Bosque de alcornoques en el Parque Natural de los Alcornocales, en
Cádiz.
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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de acebuches...
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