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Relieve kárstico o cárstico:
Los relieves kársticos son formas de
modelado que se dan sobre rocas metamórficas (principalmente mármoles)
y rocas sedimentarias (evaporitas como el yeso, la sal...; rocas
carbonatas como las calizas y las dolomías...) en donde gran parte de
los materiales aparecen disueltos.
En principio, todas las rocas pueden
disolverse (o erosionarse) en mayor o menor grado con agua, pero su
efecto es mayor en rocas carbonatadas por su solubilidad (sobretodo
porque el agua al mezclarse con el dióxido de carbono de la atmósfera
forma ácido carbónico y transforma los carbonatos de la roca en
bicarbonatos que son muy solubles) y porque este tipo de rocas generan
depósitos sedimentarios grandes, y por lo tanto crean formas kársticas
mayores.
El proceso (o la intensidad) de la
karstificación depende del espesor del material calizo o dolomítico, de
la composición, la pureza, la litogénesis y la tectónica de la roca, de
la presencia y la ausencia de capas impermeables, del clima del área
(en general, las bajas temperaturas y la abundancia de agua favorece
los procesos karsticos), de la acción biológica... por lo que en
función de la combinación de estos factores aparecen muchos tipos de
relieve karsticos (Muñoz, 1992).
Por otro lado, estos procesos afectan a las
rocas tanto en su parte externa (generando formas de exokarst), como en
su parte interior, aprovechando las fracturas, las fisuras, las
diaclasas y los planos de estratificación del interior de la roca
(por lo que generan formas de endokarst).
Dentro de las formas exocársticas
se diferencia (según Muñoz, 1992) entre: formas destructivas mayores,
formas destructivas menores, formas constructivas y formas mixtas.
Las formas
destructivas mayores son las formas de relieves de gran
tamaño creadas por la destrucción de relieves preexistentes mediante
procesos de karstificación. Las más importantes son:
Dolinas:
son depresiones con forma cónica, circular o irregular, con paredes
escarpadas y un fondo plano o en forma de embudo. Se forman por el
colapso de la parte superior, por escorrentía o por filtraciones.
Existen muchos tipos de dolinas y reciben muchos populares en función
de la región en donde aparecen, en Castilla se les denomina torcas o
palancares, glaciares o circos en los Picos de Europa y ponikvas en la
región de los Balcanes. En Centroamérica existen un tipo especial de
dolinas de gran belleza que conectan el exterior con redes de agua
subterráneas llamadas cenotes
(Muñoz, 1992).
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Grupo de Torcas o Palancares en Cuenca (Castilla-La Mancha).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Lagunas de Cañada del Hoyo (de origen kárstico),
en Cañada del Hoyo (Cuenca, Castilla-La Mancha).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Uvalas:
“son dolinas coalescentes que suelen generar depresiones amplias,
cerradas y de fondo plano o irregular, donde se produce una intensa
infiltración” (Muñoz, 1992).
Poljes:
son depresiones de origen diverso, con fondo plano y rellenadas por
materiales coluviales, aluviales o residuales. Pueden tener surgencias,
sumideros o cavidades controladas por redes fluviales autóctonas o
alóctonas (Muñoz, 1992).
Pavimentos:
son superficies kársticas que coinciden con planos de estratificación.
Aparecen ligeramente pulidas y con algunas microdepresiones en torno a
la red de diaclasado (Muñoz, 1992).
Valles
kársticos o fluviocarst: son áreas en donde los procesos
de karstificación han sido realizados por la acción de uno o varios
ríos. En estas áreas el río suele excavar un profundo cañón con paredes
muy verticales en el que por debajo del río principal suele circular
otro río subterráneo en paralelo.
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Cañón en calizas en las Hoces del Duratón, en Segovia (Castilla León).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Cañón en yesos en el Barranco del Tesoro situado dentro
del Paraje Natural del Karst en Yesos de Sorbas (en Sorbas, Almería).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Mogotes,
torres o pináculos: son “relieves cónicos, piramidales o
cilíndricos de carácter residual que se dan en carst tropicales (...)
sobre una llanura que constituye el nivel de base de la karstificación”
(Muñoz, 1992).
Por otro parte, en los relieves kársticos también aparecen formas
destructivas menores, las principales
son lapiaces, simas y sumideros.
Lapiaz,
karren o lenar: son elementos kársticos menores creados
por escorrentía que generan formas muy variadas: acanaladuras,
canalones, pasadizos, surcos, hendiduras, microdolinas...
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Ciudad encantada de Cuenca (Castilla-La Mancha) en la que aparece
lapiaz y otras
formas menores kársticas. Imagen del PNOA © Instituto Geográfico
Nacional de España.
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Simas
y sumideros: son conductos verticales o casi verticales
que conectan aguas superficiales con aguas subterráneas. Es muy difícil
apreciarlas en fotografía aérea puesto que requieren un análisis del
terreno y de la geología del área.
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Imagen del Monumento Natural de la Fuentona (Soria, Castilla y León)
en la que se aprecia la parte externa del manantial que se conecta
en el subsuelo con una red de pozos y cavidades subterráneas.
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Dentro de las formas constructivas mayores
cabe destacar los edificios
travertínicos y los edificios tobáceos, ambos generan
nuevos relieves y se forman por la precipitación de carbonatos, por
procesos físico-químicos en el caso de los travertinos, y por procesos
biológicos, en el caso de las tobas (Muñoz, 1992).
Por último, dentro de las formas
exocársticas aparecen las formas mixtas las
cuales construyen o destruyen relieves en distintas fases de su
formación. Dentro de este grupo cabe destacar las cubetas de decalcificación,
depresiones en las que se acumulan residuos de rocas karstificadas que
después originan lateritas, terras rosas o terras fuscas dependiendo de
la composición original de la roca y el clima.
En oposición a las formas exocársticas (que aparecen sobre la
superficie) se encuentran las formas
endocársticas que son relieves kársticos situados bajo
tierra, en el subsuelo. Estas formas endocársticas son más comunes y
espectaculares que las exocársticas, pero no son visibles en las
fotografías aéreas (al menos en su mayor parte). Aún
así, estas imágenes
apoyadas con estudios geológicos, ayudan a cartografiar estas formas.
A modo de ejemplo se pueden destacar dentro de las formas endocársticas
las cavernas, las galerías, las cavidades volcánicas (tubos lávicos y
embudos), las estalactitas y estalagmitas, las columnas (que
se
forman por la unión de las estalactitas y las estalagmitas), las
corrientes de agua subterráneas, los residuos de decalcificación, los
bloques de colapsos...
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Sima del Hundimiento (señalada en el círculo rojo) en Peñalén
(Guadalajara, Castilla-La Mancha), en donde se aprecia una pequeña
cavidad que forma parte de una gran red subterránea. Imagen del PNOA ©
Instituto Geográfico Nacional de España.
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- Relieves
residuales:
No son relieves en sentido estricto, sino formas, unidades de relieve o
elementos morfológicos que han resistido a la acción erosiva
(originando relieves
residuales de resistencia) y/o han quedado aislados de
relieves mayores (formando relieves
residuales de posición). Pueden ser residuos de relieves
aclinales, monoclinales, apalacheneses, graníticos, volcánicos...
A veces, los relieves residuales (por resistencia o por posición)
quedan adosados o muy próximos a los conjuntos morfológicos de los que
formaban parte, y otras veces aparecen muy alejados de las formaciones
originales formando montes
isla. Aun así, aunque estén alejados o próximos a los
relieves de los que formaban parte, es fácil conocer su origen y su
formación.
Todos estos tipos de relieves residuales muestran formas muy variadas:
mesas, mesetas, muelas, cerros, crestas, domos...; numerosos nombres:
inselbergs (en Alemania), monadnock (en Estados Unidos), panes de
azúcar (en Brasil), munataks (en Laponia), tepuys o tepuis (en
Venezuela), peñas, morros, yelmos, mallos, pueyos, peñones... (en
América latina y España); y su tamaño también puede variar de unos
metros a varios kilómetros debido a que tienen orígenes muy diversos
(Muñoz, 1992).
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Imagen de los Mallos de Riglos (Huesca).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
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Continúa en la siguiente
página con el relieve
glaciar...
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