|
Bosques
de roble andaluz (Quercus canariensis):
El roble
andaluz, moruno o africano, o quejigo
canario (Quercus
canariensis) es más común al otro lado del
estrecho, que en la península Ibérica. Aparece en todo el norte de
África, forma grandes bosques en Kabylia (Argelia), y también surge,
aunque de manera más fragmentada, en las montañas del Tell en Argelia,
y en Marruecos, en el Rif y en el Medio Atlas (wikipedia, 2015). En la
península Ibérica se distribuye en tres focos principales: sierra
Morena (en Extremadura), las sierras de Cádiz y Málaga, y la costa de
la cordillera Catalana (Ferreras, 1987; Rubio, 1989; Blanco et al,
1997). A pesar de su nombre científico, no existen bosques de roble
andaluz en las islas Canarias. La confusión se debe a un error en el
etiquetado, que tuvo lugar durante la expedición botánica que realizó
Broussonet por Canarias y África (Blanco et al, 1997).
Este tipo de roble, es un árbol perenne o subpersistente (algunas hojas
aguantan más de un ciclo estacional y se mantienen en invierno). Dentro
de la península Ibérica, vive entre los 100 y los 600 metros de
altitud, y raramente llega a los 1.000 metros de altitud, aunque en
Marruecos, en el Atlas Medio, llega hasta los 1.600 metros (Blanco et
al, 1997). Es la especie más termófila de los robles marcescentes
de la península (Rubio, 1989), y por ello ocupa áreas con una
temperatura media anual que se sitúa entre los 12 y los 16 ºC (Blanco
et al, 1997).
Además, es un roble exigente en lluvias, vive en áreas en donde las
precipitaciones superan los 600 mm. anuales (aunque su óptimo se
encuentra por encima de los 1.000 mm. anuales), y en donde no hay una
sequía estival excesivamente pronunciada (Ferreras, 1987; Blanco et al,
1997). Le gusta la humedad proveniente del mar, por lo que suele
situarse cerca de la costa, aunque no se encuentra en la línea de la
playa (Ferreras, 1987). A nivel edáfico, el roble andaluz es
silicícola, sólo se desarrolla sobre sustratos ácidos o básicos
descarbonatados, formados por areniscas, pizarras o granitos
principalmente. Prefiere suelos profundos y frescos, y por ello, suele
situarse en vertientes húmedas, lugares umbrosos, valles, vaguadas...
en donde se acumula el agua del subsuelo (Ferreras, 1987; Blanco et al,
1997).
El roble andaluz, es un árbol alto, de unos 30 metros, que suele tener
una amplia copa. Su tronco normalmente crece recto y robusto. Su
corteza es de color pardo-grisáceo o cenicienta, y suele estar
resquebrajada en grietas poco profundas, longitudinales y
transversales, sobretodo en los ejemplares más ancianos. Sus hojas
son planas y subcoriáceas, y varían mucho de tamaño, van de
los 5 a los 20 cm. Su contorno es oblongo, alargado o elipsoidal, y el
borde es crenado (poco lobulado) o subdentado (Blanco et al, 1997). Las
flores masculinas están agrupadas en amentos colgantes de color
amarillo, y las flores femeninas surgen solas o en pequeños grupos.
Ambas flores aparecen entre abril y mayo. Los frutos, las bellotas,
nacen solitarias o en grupos, sobre pedúnculos muy cortos y gruesos, y
maduran en octubre o noviembre (Wikipedia, 2015).
Para poder distinguirlo fácilmente del resto de los robles de la
península Ibérica se recomienda usar esta pequeña guía de robles de la península
Ibérica.
Generalmente, en lugares con poca actividad antrópica, el roble andaluz
puede llegar a formar bosques densos, pluriestratificados, muy diversos
y muy ricos en especies, algunas de ellas endémicas (Ferreras, 1987;
Blanco et al, 1997). Pero actualmente, debido a la intervención del ser
humano, es mucho más común observar bosques de roble andaluz muy
aclarados e incluso, adehesados (Blanco et al, 1997).
Cuando el bosque está bien conservado, el estrato arbóreo suele ser
alto (entre 12 y 30 m.), y tiende a dominar o cubrir entre el 70% y el
90% de la superficie. Los bosques pueden ser puros, aunque normalmente
el roble andaluz suele estar acompañado por otras especies de
caducifolias frondosas, pinos, encinas o alcornoques (con éstos
últimos, suele formar bosques mixtos). Los estratos arbustivo, herbáceo
y lianoide, suelen ser muy diversos, pero su número y el espacio que
ocupan, varían en función de la distancia a la que estén los árboles
principales, y en función de la región en la que se ubiquen (Ferreras,
1987; Blanco et al, 1997).
Teniendo en cuenta la distribución del roble andaluz, es fácil dividir
sus bosques, en dos tipos: los robledales andaluces y
catalanes, cada uno con características biogeográficas,
geobotánicas e históricas propias (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
- Los robledales
de Quercus
canarensis andaluces o quejigares gaditano-
algarvienses: se
localizan principalmente en algunos puntos de Málaga, en la sierra de
Aracena (norte de Huelva), en la sierra de Monchique (en Portugal) y
sobretodo, en las sierras de Algeciras y en el Aljibe (Cádiz). Estos
robledales suelen desarrollarse en valles, en suelos ricos y bien
drenados, y cerca de bosques de alcornoques y alisos (Blanco et al,
1997).
En estos bosques, a diferencia de los robledales de Quercus
canarensis de Cataluña, suelen aparecen especies
termófilas
mediterráneas y especies relictas paleotropicales; y hay un menor
desarrollo de caméfitos, hemicriptófitos y geófitos, pero por el
contrario, son más comunes los terófitos, las lianas y los epífitos
(Blanco et al, 1997).
En los robledales andaluces, el roble moruno (Quercus canariensis),
suele dominar con sus amplias copas el estrato arbóreo, aunque en
muchos bosques, el Quercus
canariensis aparece
codominando el estrato junto con los alcornoques (Quercus suber)
(Ferreras, 1987). En ambos casos, en el estrato arbóreo suelen aparecer
también alisos (Alnus
glutinosa) y laureles (Laurus
nobilis), y en el
estrato subarbóreo arraclanes (Frangula
alnus subsp. baetica), acebos (Ilex aquifolium) y
majuelos (Crataegus
monogyna) (Blanco et al, 1997).
En el estrato arbustivo tiende a haber muchas especies umbrófilas y
muchas plantas con hojas lauroides como durillo (Viburnum tinus),
torvisco macho (Daphne
laureola), mirto o arrayán (Myrtus communis),
aladierno (Rhamnus
alaternus), olivilla (Teucrium
fruticans),
rododendro (Rhododendron
ponticum)... (Blanco et al, 1997), además de
labiérnago negro o agracejo (Phillyrea
latifolia), rusco (Ruscus
aculeatus), laureola (Ruscus
hypophyllum)... (Ferreras, 1987). En el
estrato herbáceo surgen especies como: el candilito o cola de ratón
(Arisarum proboscideum),
la celidonia menor o ficaria (Ranunculus
ficaria), la dedalera (Digitalis
purpurera), la lúzula (Luzula
forsteri)... además de una gran cantidad y variedad de
helechos, entre
los que destacan el helecho común o helecho águila (Pteridium
aquilinum), la helecha (Polystichum setiferum),
el adianto negro
(Asplenium onopteris),
el Polypodium
vulgare,
la Anogramma
leptophylla, la Selaginella
denticulata... (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
Por último, merece la pena mencionar la gran variedad de lianas y
epífitas (como si se tratase de un bosque tropical). Posiblemente, los
bosques de roble andaluz del sur, son los bosques con más epífitos de
toda la península Ibérica. Entre las especies de este variado estrato
destacan las hiedras (Hedera
helix subsp. helix y H. helix subsp. canariensis); las
lianas, como la rubia
peregrina (Rubia
peregrina var. longifolia) y el
azahar bravo (Clematis
flammula); los arbustos trepadores como el aján
o clemátide de Virginia (Clematis
cirrhosa), las madreselvas (Lonicera
splendida y L.
periclymenum subsp. hispanica), la
zarzaparrilla
(Smilax aspera)...;
hierbas trepadoras, como la aristoloquia bética
(Aristolochia baetica),
la aristoloquia larga (Aristolochia
longa), la
nueza negra (Dioscorea
communis o Tamus communis); y
sobre los árboles, epífitos como el polipodio (Polypodium cambricum)
y
la cabriña (Davallia
canariensis) (Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
|
Imagen de el Picacho, una de las montañas más características de la
sierra del Aljibe, en P.N. de los Alcornocales, en donde se encuentra
una de las principales reservas de roble andaluz de la península
Ibérica (Alcalá de Los Gazules y Jerez de la Frontera, en Cádiz,
Andalucía). Fotografía de Alberto Díaz, 2019. |
- Los robledales
de Quercus
canarensis catalanes: se sitúan de
manera dispersa, a lo largo
de la cordillera Costero-catalana, principalmente sobre suelos formados
por areniscas y arenas de origen granítico (Ferreras, 1987; Blanco et
al, 1997). En ellos, las precipitaciones son menores que en los
robledales andaluces, pero la sequía del verano es más tenue y más
corta (Ferreras, 1987).
Generalmente en este área, los robledales de Quercus
canarensis, forman masas forestales pequeñas, y por lo
tanto, muestran
en su interior, un cortejo influenciado por los bosques de alrededor
(alcornocales, encinares, robledales...). Además, debido al clima y a
su situación geográfica, las especies acompañantes de estos robles,
suelen ser comunes en los bosques caducifolios del norte de la
península (Ferreras, 1987). En el sotobosque, dominan especies
mesófilas mediterráneas y especies eurosiberianas o medioeuropeas
(Blanco et al, 1997). Por ejemplo, en los quejigares de La Selva (en
Girona), como señala Bolòs (1959), aparecen un 35% de especies
mediterráneas, un 55% de especies eurosiberianas, un 10% de especies de
amplia distribución. Por otro lado, a diferencia de los bosques de
roble moruno de Andalucía, en los catalanes, hay una mayor proporción
de geófitos, caméfitos y hemicriptófitos, y una menor proporción de
lianas y terófitos (Blanco et al, 1997).
El estrato arbóreo de los robledales catalanes puede llegar a estar
dominado por el roble moruno (Quercus
canarenis), aunque lo más común
es que en él también aparezcan la alsina (Quercus
ilex subsp. ilex), el roble
pubescente (Quercus
humilis), el temblón (Populus
tremula), el sorbo o serbal silvestre
(Sorbus torminalis)
o el castaño (Castanea
sativa). Por debajo de esta
capa de árboles, suele aparecer un estrato subarbóreo formado por
árboles de pequeño tamaño, como el acebo (Ilex aquifolium),
el majuelo
(Crataegus monogyma)...
(Ferreras, 1987; Blanco et al, 1997).
En el estrato arbustivo de estos robledales son comunes el brezo blanco
(Erica arborea),
la retama negra (Cytisus
scoparius), la brecina
(Calluna vulgaris),
el endrino (Prunus
spinosa), la zarzamora (Rubus
ulmifolius)... (Blanco et al, 1997). En el estrato
herbáceo suelen
aparecer especies acidófilas, nemorales y/o eurosiberianas, como por
ejemplo, el helecho común (Pteridium
aquilinum), el culantrillo negro
(Asplenium onopteris),
la escorodonia (Teucrium
scorodonia), la
betónica (Stachys
officinalis), la estrellada (Stellaria holostea),
la
veronica o triaca (Veronica
officinalis), la lúzula (Luzula
forsteri), Hieracium
sabaudum, Carex
depressa, Brachypodium
sylvaticum... (Ferreras, 1987; Blanco
et al, 1997). Por último, cabe destacar la presencia de musgos,
como Scleropodium
purum y Dicranum
scoparium, de las lianas, y de plantas trepadoras, como la
madreselva
de los bosques (Lonicera
periclymenum) (Ferreras, 1987).
La degradación de estos robledales catalanes conlleva al aclaramiento
de la masa forestal, y entonces, se suele producir un aumento de
especies heliófilas o se forma un piornal (Cytisus scoparius). Pero si
la alteración de la vegetación y del suelo continúa, se crean
matorrales de brecina y otras plantas pequeñas (Blanco et al, 1997).
Estrato |
Especies
de los robledales andaluces |
Especies de los robledales catalanes |
Árboles
|
El roble
moruno suele dominar el estrato arbóreo, aunque pueden aparecer bosques
mixtos con alcornoques. En este estrato también son comunes los alisos (Alnus glutinosa) y
los laureles (Laurus
nobilis).
En el estrato subarbóreo, aparecen arraclanes (Frangula alnus
subsp. baetica),
acebos (Ilex aquifolium)
y majuelos (Crataegus
monogyna)... |
El roble moruno puede dominar el estrato,
pero lo más común es que también aparezcan alsinas (Quercus ilex subsp. ilex), robles
pubescentes (Quercus
humilis), temblones (Populus
tremula), serbales silvestres (Sorbus torminalis)
o castaños (Castanea
sativa). Se suele formar un estrato subarbóreo formado por
árboles de pequeño tamaño, como el acebo o el majuelo. |
Arbustos |
Aparecen
muchas especies umbrófilas y muchas plantas con hojas lauroides como
durillo (Viburnum tinus),
torvisco macho (Daphne
laureola), mirto (Myrtus
communis), aladierno (Rhamnus
alaternus), rododendro (Rhododendron ponticum)...
además de agracejo (Phillyrea
latifolia), rusco (Ruscus
aculeatus)..... |
Las especies más comunes son: brezo blanco (Erica arborea),
retama negra (Cytisus
scoparius), brecina (Calluna
vulgaris), endrino (Prunus
spinosa), zarzamora (Rubus
ulmifolius)... |
Hierbas |
Son comunes: cola
de ratón (Arisarum
proboscideum), ficaria (Ranunculus ficaria),
dedalera (Digitalis
purpurera), lúzula (Luzula
forsteri)... Destaca la gran variedad de helechos, entre
los que destacan el helecho común (Pteridium
aquilinum), helecha (Polystichum
setiferum), adianto negro (Asplenium onopteris),
Polypodium
vulgare, Anogramma
leptophylla... |
Son comunes: helecho común (Pteridium aquilinum),
culantrillo negro (Asplenium
onopteris), escorodonia (Teucrium
scorodonia), betónica (Stachys
officinalis), estrellada (Stellaria
holostea), triaca (Veronica
officinalis), lúzula (Luzula
forsteri), Hieracium
sabau- dum, Carex
depressa... |
Otros |
Destacan las
hiedras (Hedera
helix subsp. helix y subsp.
canariensis);
las lianas, como la rubia peregrina (Rubia
peregrina var. longifolia)
y el azahar bravo (Clematis
flammula); los
arbustos trepadores como el aján (Clematis
cirrhosa), las madreselvas
(Lonicera splendida y L. periclymenum),
zarzaparrilla (Smilax
aspera)... ; las hierbas trepadoras,
como aristoloquia bética (Aristolochia
baetica), aristoloquia larga
(Aristolochia longa)...;
y epífitos como polipodio (Polypodium
cambricum) y cabriña (Davallia
canariensis).... |
Destaca la presencia de musgos,
como Scleropodium
purum y Dicranum
scoparium, lianas,
y plantas trepadoras, como la madreselva de los bosques (Lonicera
periclymenum), aunque en menor proporción que en los
quejigares
andaluces. |
Principales
especies de los robledales de roble andaluz (Ferreras, 1987; Blanco et
al, 1997). |
|
A pesar de que los robles andaluces son
árboles con un gran valor
paisajístico y científico, han sido muy castigados por el ser humano,
puesto que éste ha extraído una gran cantidad de leña para el carboneo,
reduciendo su superficie y formado grandes espacios aclarados dentro de
los bosques (Ferreras, 1987). Algunos autores, como Rivas-Martínez
(1975), señalan que también han podido influir factores naturales,
puesto que el roble andaluz podría ser un “bosque relicto probablemente
superviviente de épocas con un clima mediterráneo más templado y
lluvioso que el actual”. Blanco et al (1997) citando a Palamarev
(1989), afirma que la distribución actual del roble andaluz está en una
fuerte regresión, puesto que su antecesor fósil, el Quercus
cardanii, tuvo una mayor extensión, ya que desde el
Mioceno al
Plioceno, ocupó gran parte del centro y del sur de Europa.
Actualmente, como se ha dicho, existen varios bosques de este tipo de
roble, aunque en áreas muy fragmentadas, en sierra Morena, Extremadura;
en la sierra de Aracena, al norte de la provincia de Huelva; en las
sierras de Cádiz y Málaga, principalmente en la sierra de Algeciras y
en el macizo del Aljibe; en algunos puntos de los Montes de Toledo; en
el entorno del macizo de Monchique (en el Algarve, en Portugal); y en
la costa de la cordillera Catalana, en la provincia de Barcelona, en el
Vallés oriental, el Maresme (sobretodo en los alrededores de Cabrils),
y en el Montnegre; y en Girona, en la Garrotxa, La Selva (Maçanet y
Turó de Boscastell) y en Santa Pau (Ferreras, 1987; Rubio, 1989; Blanco
et al, 1997).
A continuación se muestra una fotografía aérea del bosque de
robles canarios y alcornoques de el Puerto del Tinaón, en Jimena de la
Frontera (Cádiz), en donde se observa la densidad de este tipo de
formaciones.
|
Bosque de robles canarios y alcornoques en el Puerto del Tinaón
en Jimena de la Frontera (Cádiz) dentro del Parque Natural de los
Alcornocales.
Fuente: Mapa forestal de España (MFE50 Cádiz).
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España.
|
Continúa en la siguiente
página con los bosques
de quejigos...
|
|
|
|
|
|
www.biogeografia.net
|