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La cartografía del siglo XX en
España (1900-1970)
En el siglo XX nace
la cartografía contemporánea
gracias al desarrollo de la fotografía, la aviación, la investigación
espacial, la tecnología informática, las redes de comunicación...
A comienzos del siglo XX, aunque las técnicas aún son antiguas, surgen
nuevos mapas temáticos. A nivel geológico, en el recién creado
Instituto
Geológico se inició la primera serie del Mapa Geológico de España
a escala 1:50.000 (MAGNA50) serie que, “al darse
por
finalizada en 1971, tan sólo había cubierto un 40 % del territorio
nacional” (Vera et al, 2004). Además, también aparecen en estos
momentos el Mapa
Geológico de España (1932)
de Hernández
Sampelayo (reeditado en 1936) y
el Mapa
Geológico Minero de España (1934) a escala
1:1.500.000 (Vera et al, 2004).
A nivel botánico destaca en estos
momentos, los Estudios
sobre la Flora y la Vegetación del
macizo de Mágina de José
Cuatrecasas,
publicado en
1929 en el que se incluía la Carta topográfica del macizo de
Mágina con indicación de las dispersiones forestales (a
escala
aproximada 1:100.000).
Durante la guerra civil
(1936-1939)
los dos bandos
lucharon por el control de la cartografía y realizaron sus propios
mapas. En estos años, se para la cartografía temática y cualquier
avance de la ciencia, y muchos cartógrafos (y científicos) se ven
obligados a ir al exilio.
Después de la guerra, aprovechando la experiencia del conflicto, y
mientras España se preparaba para la segunda guerra mundial, se
organizan y se producen una gran cantidad de mapas. A pesar de que
finalmente el
país no participó oficialmente en el conflicto, tenía una posición
geoestratégica muy importante. Por ello el ejército alemán y el Army
Map Service de Estados Unidos continuaron realizando mapas de la
península Ibérica durante mucho tiempo.
En este sentido, el gobierno de la dictadura, crea al finalizar la
guerra, en 1939, el Instituto
Geográfico del Ejército, como
consecuencia de la reorganización del Depósito de la Guerra. Esta
institución se dedicará plenamente a la cartografía, aunque tendrá
bastantes vicisitudes debido a que a veces, estuvo ligado al Instituto
Geográfico Nacional y otras veces actuó de manera independiente.
Las publicaciones más importantes de este instituto en sus inicios
fueron: la Guía
Militar de Carreteras formada por 15
hojas a escala 1:400.000; el mapa Militar
Itinerario compuesto por 86 hojas a escala 1:200.000;
el Mapa de Mando
a escala 1:100.000; y
el Plano
Director a escala 1.25.000 publicado muy
parcialmente...
Respecto a los mapas de vegetación, en 1939, se publica el Plan General de
Repoblación de España realizado por Luis
Ceballos y Ximénez de Embún.
Este plan, fue clave
para la reforestación de todo el Estado, generar riqueza natural y dar
una oportunidad al empleo en el medio rural. Se desarrolló en todo el
Estado, durante los 30s, 40s y 50s y tuvo un gran desarrollo
cuantitativo y cualitativo a pesar de que se manipuló en gran medida el
proyecto inicial diseñado por los autores, y al final el plan de
reforestación
se convirtió en una mera “repoblación de pinos”. El proyecto no contó
con una cartografía específica pero sus resultados fueron reflejados,
mucho más tarde, en el Mapa forestal de Luis Ceballos de 1966 (González
y Álvarez, 2004).
En general, la cartografía de la vegetación durante el franquismo tuvo
un
desarrollo muy lento. En 1931, el gobierno de la república había
creado la Sección
de la Flora y el Mapa
Forestal dentro del Instituto Forestal de
Investigaciones y Experiencias (IFIE) para
realizar
un ambicioso mapa de España en el que estuviese representada
la superficie forestal, que sirviese para el conocimiento del potencial
forestal del país y que fuera útil para identificar áreas susceptibles
para ser repobladas (González y Álvarez, 2004). En relación a este
proyecto, Luis
Ceballos Fernández de
Córdoba (1896-1967) junto con Manuel Martín Bolaños,
publicaron en 1930 el Mapa
forestal de la provincia de
Cádiz a escala 1:100.000 dentro de una gran obra
titulada Estudio
sobre la vegetación forestal de la provincia
de Cádiz, compuesta por una memoria muy extensa. Tres años
más tarde,
en 1933, Luis
Ceballos y Carlos
Vicioso publican un nuevo mapa forestal a escala
1:100.000,
esta vez referido a Málaga, y poco después Luis Ceballos,
realiza el Mapa
forestal de Sevilla, pero éste no llegaría a
publicarse al ser destruido durante la guerra. Con el gobierno de la
dictadura el proyectó de los mapas provinciales de vegetación se
paralizó,
y sólo llegaron a hacerse algunas
hojas: el Mapa
de Huelva de Manuel
Martín
Bolaños realizado entre 1940 y 1950 (que no llegó
a
publicarse); el Mapa
forestal de las Canarias
occidentales, de Luis Ceballos y Francisco
Ortuño, creado en 1951; y el Mapa de Lérida,
publicado en 1954
por Jaime Jordán
de Urríes y Azara. Además, independientemente
del IFIE, en estos años otros autores también realizaron mapas
regionales y locales de gran interés como el Mapa geobotánico
de La Rioja con terrenos, curvas de nivel y distribución de las
especies forestales de mayor porte de F.
Cámara publicado en 1940; los mapas vegetación
del Montseny y
de Andorra publicados en 1947 por el geógrafo S. Llobet; o
el Mapa de
vegetación de la Península Ibérica basado
en las formaciones fisonómico-ecológicas de Brockman-Jerosh y Rübel,
realizado por Rivas Goday
en 1956, que puede
considerarse el primer mapa geobotánico de las clímax de España.
A nivel geológico, en estos momentos destaca el Mapa Geológico
de España y Portugal (1952), de Almela,
Muñoz y Ríos, reeditado en 1955, y el Mapa
Vulcanológico de España (1954) realizado por el
IGME, a escala
1:1.000.000 (Vera et al, 2004). Por otro lado, la cartografía náutica
tuvo un gran impulso en estos años gracias a la fundación en 1940
del Instituto
Hidrológico de la Marina que realizó
numerosas cartas de puertos, mapas de navegación costera...
A mediados del
siglo XX hay un hecho que modifica
considerablemente la cartografía española. Entre 1945-1946 y
1956-1957 se realiza en colaboración con el ejército de
Estados Unidos el primer vuelo fotogramétrico que cubrió toda España,
conocido popularmente como el "Vuelo
Americano".
Este vuelo
originó imágenes de gran calidad en blanco y negro, y a una escala
aproximada de 1:33.000, por lo que rápidamente se convirtió en una gran
herramienta para los futuros trabajos cartográficos del país.
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Fotografía aérea en blanco y negro de Cádiz, 1956 (Vuelo americano)
© IDE-A. Infraestructuras de Datos espaciales de Andalucía.
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Tras el vuelo americano comienzan a surgir
una gran cantidad de mapas con temáticas muy diferentes. A nivel
estatal, en 1958, el Ministerio
de Agricultura publica un Mapa
de los suelos de la España peninsular a escala
1:1.300.000, y
en 1966, bajo la dirección de Antonio Guerra
Delgado y Manuel Muñoz Taboadela,
se edita un
nuevo Mapa de
Suelos de España, Península y Baleares, esta vez
a escala 1:1.000.000. En 1965, el IGME, publica el Mapa
Geológico de la Península Ibérica, Baleares y Canarias,
de López de
Azcona y Suárez-Feixo.
Además,
en la década de los 60s, el ejército de Estados Unidos colabora con el
Instituto
Geográfico y Catastral y el Instituto Geográfico Estadístico, y
empleando imágenes del vuelo americano realizan las series M-781 a
M-787 del US Army Map Service que forman primer mapa de
España a escala 1:50.000 (muchos antes de finalizar el MTN50).
A nivel regional, en estos años, destacan los trabajos
de Oriol de Bolòs i
Capdevila (1924-2007), como el
libro sobre las Zonas
de vegetación de Cataluña (que
incluye un gran mapa) de 1957, o el Mapa de la vegetación de
las cercanías de Barcelona a escala 1:100.000 realizado
junto
a J. Vigo
en 1962; y las publicaciones
de Salvador Rivas Goday (1905-1981), como los
estudios agrobiológicos de la provincias de Sevilla (en 1962), Cádiz
(en 1963) y Badajoz (en 1964), y su Mapa fitosociológico de
España, que es probablemente el primer mapa
fitosociológico de la
península Ibérica.
Pero sin duda la obra más importante, a nivel de vegetación, derivada
del vuelo
americano, es el Mapa
Forestal de España realizado
bajo la dirección de Luis
Ceballos y Fernández
de
Córdoba (1896-1967). El mapa forestal de Luis
Ceballos (o
MFE400) fue el primer mapa en el que se mostraba la vegetación de
España a una escala de detalle razonable. Se publicó a escala
1:400.000, dividido en 20 hojas a color de 80 cm. x 50 cm. y acompañado
de una pequeña memoria de unas 50 páginas que incluía una series de
fichas de todas las especies representadas en el mapa junto a un
pequeño mapa (a escala 1:4.000.000) en el que se indicaba la
distribución de las masas forestales naturales y repobladas. En él
aparecen las principales masas forestales de España divididas en 20
unidades en la península Ibérica y las islas Baleares, y en 8 unidades
en las islas Canarias. Además el MFE400 es la base
cartográfica del primer Inventario
Forestal Nacional (IFN1) de 1966-1975.
El mapa forestal de Luis Ceballos es un “mapa histórico, una fotografía
de los bosques de España en la década de los 60s, que
proporciona una gran cantidad de información sobre la localización
exacta de las principales masas forestales, sobretodo de aquellas que
habían sido repobladas por los proyectos de Luis Ceballos y de Ximénez
de Embún desde 1939” (González y Álvarez, 2004). Es una fuente
cartográfica clave para ver la biogeografía, la dinámica y la evolución
histórica de los bosques españoles. No es sólo una referencia
florística, sino que también tiene un gran valor geobotánico puesto que
incluye los conceptos de la escuela norteamericana de Clemens, las
ideas fitosociológicas del suizo Braun-Blanquet y del francés Gaussen y
algunas nociones de bioclimatología (González y Álvarez, 2004). Aunque
por otro lado, el mapa de Luis Ceballos también tiene aspectos
negativos. Debido a la escala elegida es un mapa poco preciso,
demasiado genérico. La superficie mínima representable es de 20 o 30
ha, por lo que en él no podían cartografiarse formaciones de caminos,
pequeños bosquetes ni la vegetación de ribera. Además, el mapa se
realizó a contrarreloj (se inició en 1959, y se finalizó
y editó en
1966, por lo que el excaso personal que trabaja en el proyecto
sólo disponían de 2 meses de trabajo por cada
provincia). Luis Ceballos sólo contó con tres
ingenieros (López Vallejo, Pardos Carrión y Úbeda Delgado) y dos
cartógrafos (López González y López Fernández), por lo que era
inevitable que el mapa tuviera algunas deficiencias y errores técnicos,
por ejemplo se señala la presencia de Quercus
pubescens en los Pirineos aunque en esta zona no
existen
bosques de esta especie (González y Álvarez, 2004). Aún así, es un mapa
clave en la historia cartográfica de España, y marcó un antes y un
después en la elaboración de cartografía temática.
Un año después de la publicación del mapa forestal de Luis Ceballos, en
1967, se edita en España un Mapa
de reconstrucción de las
asociaciones vegetales espontáneas del geógrafo
alemán Hermann
Lautensach (1886-1971) en el que se
realizó una sistemática del paisaje de la península Ibérica teniendo en
cuenta los trabajos de Font i Quer, Amorim Guiräo, Braun-Blanquet,
Casas Torres, Rivas Goday, Ceballos y otros (Sainz Ollero y cols.,
2010). |
Continúa en la siguiente
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de la cartografía de España en el siglo XX (1970-2000)...
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