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Tema 6. Distribución y corología \ 6.4. Migraciones.

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6.4. Migraciones


Las migraciones según el Diccionario de la Naturaleza. Hombre, ecología y paisaje (1993), son "desplazamientos colectivos de carácter periódico, más o menos prolongados en el tiempo y/o en el espacio, que están provocados por la combinación de un estímulo externo con un estímulo interno". Generalmente en estos desplazamientos, los seres vivos viajan muchísimos kilómetros y gastan una gran energía, pero siempre hay una razón para que al migrante le sea rentable el viaje.

Puesto que la mayoría de los animales tienen la capacidad de moverse, tienen mayor capacidad para migrar, pero están limitados por los factores ambientales (ver capítulo de factores) y por las barreras naturales (ver apartado de áreas de distribución). Las plantas no tienen capacidad para moverse, salvo algunas excepciones, pero aún así, pueden migrar. Las migraciones de las plantas se producen de forma intergeneracional, es decir, tienen lugar entre dos o más generaciones.

Las migraciones de las diversas especies que conviven en un hábitat o en un territorio no suelen ser independientes, ya que los factores que se están modificando afectan a todas de manera similar. Así pues, las migraciones se producen frecuentemente en grupos (comunidades vegetales, mosaico de las distintas unidades del paisaje vegetal, plantas con similares medios de dispersión, etc.), y suelen seguir trayectos impuestos por la geografía y las condiciones ecológicas (Alcaráz Ariza, 2008).

El éxito de una migración dependerá de la capacidad de movimiento de la especie, de su capacidad para germinar o procrear, y de su habilidad para adaptarse al territorio al que llega. Si todos estos factores le son favorables al taxón, se producirá la ecesis, es decir, la planta o el animal conseguirán asentarse favorablemente en el lugar de destino, y podrán desarrollarse y reproducirse bajo las condiciones allí existentes.

Las migraciones pueden clasificarse en perpetuas o estacionales. Las migraciones estacionales se refieren a corrientes migratorias, en las que los animales van a un lugar concreto en busca de alimentos, parejas, lugares de cría... y vuelven a su lugar de origen. En cambio, las migraciones perpetuas provocan movimientos de largo recorrido en las plantas y en los animales, y la modificación de sus áreas de distribución. Los seres vivos que realizan este tipo de migraciones, generalmente no vuelven a su lugar de origen. Las causas fundamentales que provocan las migraciones perpetuas son la orografía y los condicionantes ecológicos (clima, suelo, herbívoros, etc.).

Como ejemplos más notables de migraciones perpetuas se encuentran el avance del Quercus rotundifolia en el periodo atlántico (hace -6000 a -4000 años), y el avance del desierto del Sáhara hacia el norte en los últimos 2000 años (Alcaráz Ariza, 2008). También cabe destacar el movimiento de elementos orófilos norteafricanos, béticos, nevadenses y  levantinos en la Península Ibérica, planteado por Rivas Martínez (1973) y que se puede ver en el siguiente mapa:

Vías migratorias de taxones orófilos
Probables vías migratorias de los taxones orófilos norteafricanos, béticos,
nevadenses y levantinos en la Península Ibérica.
Realizado por Alberto Díaz, 2004; adaptado de Rivas Martínez, 1973)

Las migraciones estacionales pueden dividirse en función del medio en el que se realizan en (Kurvits et al, 2011):

- Migraciones por tierra: son llevadas a cabo por los grandes ungulados (superorden Ungulata, que incluye a los ñus, búfalos, caribúes, chiru, antílopes, camellos, guanacos, vicuñas...), los elefantes (orden Proboscidea), algunos felinos como el guepardo (Acinonyx jubatus) o el leopardo de las nieves (Uncia uncia), los gorilas de montaña (Gorilla beringei beringei)...

Todos estos animales recorren grandes distancias a través de los continentes, y algunos como el del caribú de América del Norte (Rangifer tarandus) llegan a realizar migraciones muy numerosas y de varios miles de kilómetros. Durante estas travesías se enfrentan a la pérdida y destrucción de hábitats, la fragmentación de espacios naturales por medio de cercos, rutas, carreteras, vías de ferrocarril, tuberías y líneas eléctricas..., la sobreexplotación de los bosques, el aumento de espacios urbanos, agrícolas y ganaderos, el cambio climático, la caza, el comercio de especies (y el comercio de partes de especies como cuernos, colmillos, huesos, piel, lana y otros productos).... Todos estos problemas han provocado la destrucción parcial o total de las redes ecológicas, cambios en las rutas migratorias, el desplazamiento de los lugares de cría e invernación... de hecho, la mayoría de las especies migratorias se han reducido a menos de la mitad en los últimos cien años (Milner-Gulland et al., 2003).

El antílope Saiga (Saiga tatarica), por ejemplo, ha pasado de tener aproximadamente un millón de individuos a menos de 50.000, en tan sólo diez años. La caza de este animales debida a que es apreciado por su carne y por su cuerno (que se utiliza en la medicina tradicional china), y la reducción de sus rutas migratorias han hecho que una especie relativamente común sea ahora considerada en peligro crítico (Milner-Gulland et al., 2003).

- Migraciones por aire: es el método empleado por muchos insectos (como la mariposa monarca, Danaus plexippus), que recorre América Central y del Norte en grupos con millones de individuos), los murciélagos (como el murciélago de Nathusius, Pipistrellus nathusii, que aunque pesa solamente 6 o 10 gramos, recorre casi 2.000 km desde sus zonas de cría en Europa nordoriental hasta sus principales áreas de invernación en Europa sudoccidental) y las aves. De las 10.000 especies de aves conocidas, aproximadamente 1.800 son migratorias (Sekercioglu, 2007), como el playerito canela (Tryngites subruficollis), el capuchino de corona gris (Sporophila cinnamomea), el tordo amarillo (Xanthopsar flavus), el águila pescadora (Pandion haliaetus), el correlimos gordo (Calidris canutus), el ánsar chico (Anser erythropus), la pardela sombría (Ardenna grisea), el negrón común (Melanitta nigra), las cigüeñas (Ciconia spp.)... Aunque la migración más destacable es la del charrán o gaviotín ártico (Sterna paradisaea), un pequeño ave que realiza la ruta migratoria más larga del reino animal, desde sus terrenos de cría, cerca del Ártico, hasta su área de invernación en la Antártida.

Las especies migratiorias en estos largos vuelos deben hacer frente a graves problemas como el deterioro de playas, pastizales, humedades, y otras áreas de descanso, el desarrollo urbano en zonas costeras, el transporte aéreo, la construcción de instalaciones humanas como los parques eólicos, la caza, los pesticidas y otros contaminantes...

- Migraciones por mar: es el medio elegido por los habitantes del océano, el mar y los ríos. Son buenos migradores acuáticos la mayoría de los grandes cetáceos (como muchos delfines, marsopas, belugas, yubartas, orcas, ballenas...), muchos reptiles acuáticos (como la tortuga laúd, Dermochelys coriacea)... y la gran mayoría de los peces.

Algunas especies de peces, no sólo viajan por el mar y el océano, sino que también son capaces de migrar también a través de los ríos, y hay especies que sólo pueden migrar en aguas saladas o dulces. En este sentido, los peces migratorios se clasifican en: oceanódromos (del griego océanos) que migran sólo en aguas saladas, potádromos (del griego potamos, que significa río), que migran sólo en aguas dulces, y diádromos (del griego día que significa entre), que viajan entre agua salada y dulce. Éstos últimos se subdividen a su vez, en peces anádromos (del griego ana que significa arriba), cuando viven principalmente en agua salada y se aparean en agua dulce; catádromos (del griego cata, que significa abajo) que viven en agua dulce y se aparean en agua salada, y los anfídromos (del griego amphi, ambos), que se mueven entre agua dulce y salada durante su ciclo de vida, salvo en la época de apareamiento.

Los ejemplos más notables de este tipo de peces son el tiburón toro (Carcharhinus leucas), que aunque vive en el océano y mide hasta 3,4 m de largo, es uno de los pocos tiburones que puede remontar los estuarios de los grandes ríos y alcanzar aguas dulces; o muchas especies de salmones (familia Salmonidae), que nacen en pequeñas corrientes de agua dulce, luego viven en el mar durante varios años, y después vuelven a los mismos ríos donde nacieron, para desovar, y poco después morir (algunos vuelven otra vez al mar para volver al río al año siguiente a poner más huevos, pero su mortalidad durante la migración es muy alta).

Las especies que migran a través de rutas marinas y oceánicas también se encuentran con grandes problemas y dificultades, como la urbanización y la industria de áreas costeras, las rutas de navegación de embarcaciones de transporte y recreo, la sobreexplotación pesquera, los vertidos de mares y océanos... Y las especies que también viajan a lo largo de los ríos, además deben hacer frente a contrucciones humanas como grandes presas, a los contaminantes vertidos por la industria y la agriculta, a la desecación... Además, en los últimos años, se han verificado los efectos perjudiciales de la contaminación acústica (producida por el sonar de naves militares y otros sonidos antropogénicos) que puede causar daños auditivos o afectar al comportamiento y la comunicación de animales (MacCauley et al., 2003; Papanicolopulu, 2011; Zirbel et al., 2011...). Por ejemplo, las orcas (Orcinus orca) pueden oir fácilmente el ruido de los barcos a una distancia de hasta 15 km (Erbe, 2002) y se han captado llamadas de la ballena minke (Balaenoptera acutorostrata) a más de 100 km de distancia (Oswald et al., 2011), por lo que cualquier perturbación acústica puede ser letal o muy dañina para estos animales.

Mapa de migraciones animales
Mapa de las migraciones de la mariposa monarca, el reno, el ánsar indio
y el charrán ártico. Elaborado por Alberto Díaz, 2019.

Por todo ello, las especies migratorias son especialmente vulnerables a los problemas medioambientales actuales, ya que dependen de una compleja red ecológica para poder sobrevivir, que está compuesta por centros de agregación, áreas de paso, corredores y áreas para alimentarse, descansar y reproducirse. Para protegerlas se deben identificar y proteger las áreas y los corredores ecológicos más importantes del mundo, recuperar hábitats naturales, defender las áreas de costa y proteger los mares y océanos, prohibir el comercio de especies y la caza, implicar a los gobiernos para que realicen políticas medioambientales efectivas y castiguen los delitos contra el medio ambiente...

 

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Alberto Díaz San Andrés (2011-2019), última actualización: enero de 2019.

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