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C6. Métodos cartográficos en geobotánica
y zoogeografía
Los mapas de vegetación y fauna aportan mucha información, son
muy útiles en el análisis de la distribución de especies, ayudan a
visualizar la distribución espacial de los factores naturales y
antrópicos, tienen un gran valor pedagógico, permiten ser comparados
con otros tipos de mapas y plantear nuevas hipótesis. Son necesarios en
la realización de inventarios, en la ordenación del territorio, en
agricultura, en silvicultura, en la conservación de recursos naturales,
en el estudio de los recursos forestales, en el análisis de los cambios
espaciales en el tiempo, en el análisis de riesgos naturales...
(Braun-Blanquet, 1979; Panadera, 1996, 2000; Sanchís et al, 2004).
En definitiva, son una herramienta imprescindible en cualquier estudio
biogeográfico o medioambiental y la mejor herramienta (junto con las
catenas, las pirámides de vegetación, los croquis, los esquemas...)
para representar la distribución de la vegetación y de la fauna. Como
dijo Bolòs (1963) “una vez conocida la flora y vegetación de un
territorio, la mejor manera de llevar a cabo una síntesis de los
resultados consiste en la elaboración de un mapa de vegetación”.
El principal problema de este tipo de mapas es que requieren mucho
dinero, tiempo, personal y esfuerzo, y aunque en la actualidad las
técnicas de teledetección han favorecido el desarrollo de mapas de
vegetación muy exactos, siguen siendo muy laboriosos (Panadera, 2006),
y por ello los suelen realizar organismos públicos o privados.
Pero, ¿Cómo se hace un mapa de vegetación o de fauna?
1º Se eligen los objetivos
y la escala del mapa: se
determina el área de estudio y el tipo de mapa que se va a realizar.
2º Se eligen las características
técnicas del mapa:
proyección, sistema de coordenadas, el datum. Muchas de estas
características están reguladas por los países u organismos, para que
en toda la región o en todo el estado la cartografía sea lo más
estandarizada y uniformemente posible. Por ejemplo, en España en 2007
aparecía el Real Decreto 1071/2007, de 27 de julio, por el que se
regulaba el sistema geodésico de referencia oficial en España, y en
2010 aprobaron la Ley 14/2010, de 5 de julio, sobre las
infraestructuras y los servicios de información geográfica en España.
La Unión Europea por medio de la Directiva Inspire (Infrastructure for
Spatial Information in Europe), aprobó en la Directiva
2007/2/CE las reglas generales de las características técnicas de la
información geográfica que se creara dentro del territorio europeo.
3º Se realiza un estudio
de campo o un inventario: es un paso largo,
costoso y muy laborioso, pero es totalmente necesario aunque se
disponga de imágenes de satélite o de fotografías aéreas con una alta
resolución. El trabajo de campo puede ser la base del mapa (en estudios
florísticos, fitosociológicos, faunísticos...) o puede realizarse para
confirmar, comprobar o identificar la información incluida en el mapa
(en mapas forestales, de usos del suelo...).
A veces, la información de la distribución de las especies está
publicada en monografías florísticas, revistas, libros
científicos, colecciones, herbarios, datos
de campo...
lo que favorece la
realización del mapa.
4º Se realiza una clasificación y una jerarquización
de los elementos del mapa: la leyenda es clave en la
elaboración de un
mapa puesto que afecta a la parte visual y técnica del proyecto.
5º Se cartografía el
área teniendo en cuenta
fotografías aéreas, ortofotografías, imágenes de satélite, mapas
topográficos... o incluso otros mapas.
5º Se elige la simbología y el método de
representación del mapa.
7º Finalmente, se realiza el diseño final del mapa
y
se publican los resultados.
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En estas imágenes se pueden observar los pasos 5, 6 y 7.
Cartografía realizada por Alberto Díaz.
Imagen del PNOA © Instituto Geográfico Nacional de España
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Los mapas de vegetación,
en
principio, son relativamente fáciles de realizar, puesto que la
dinámica de la vegetación suele ser lenta (salvo ciertos espacios como
las áreas de ribera) y porque las técnicas de información geográfica
(imágenes áreas, fotografías aéreas) han evolucionado mucho hasta la
actualidad, poseen una gran resolución y ofrecen mucha información.
Los mapas de la
fauna, son muchos más complejos y laboriosos,
y por ello, mucho menos comunes que los mapas de vegetación. La fauna,
en general, tiene una gran movilidad diaria y estacional. Esta
capacidad dificulta mucho la labor cartográfica, y depende de cada
especie. En los anfibios y en los peces, su movimiento está muy
limitado; los reptiles tiene una mayor movilidad, aunque su territorio
suele ser pequeño; los mamíferos pueden desplazarse con facilidad,
aunque su movilidad depende de su tamaño corporal y del tamaño de su
territorio; y por último, las aves son el grupo más móvil, suelen
cambiar habitualmente de lugar de anidamiento y recorren grandes
distancias. Aún así, se puede cartografiar el territorio de la fauna,
puesto que cada especie está limitada por los factores mesológicos y
porque los animales se suelen distribuir en hábitats y en ecosistemas
concretos. Además, se pueden cartografiar de manera específica los
lugares concretos en
donde habitan o anidan, su presencia o su abundancia, sus rutas
migratorias... (Lozano, 2000). |
Continúa en la siguiente
página con los tipos
de mapas de vegetación y fauna...
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www.biogeografia.net
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