9.3. Formaciones vegetales
La idea de formación fue
empleada por Humbolt (Ferreras, 1999; Rivas Martínez, 2005), aunque el
concepto oficialmente fue introducido en geobotánica por Grisebach, en
1838, en un sentido claramente fisonómico. Posteriormente ha sido usado
con significados diversos: Kerner lo utilizó como algo similar a la
asociación; después, en el Congreso de Bruselas (1910), se definió como
"la expresión actual de terminadas condiciones de vida" y se señaló que
"se compone de asociaciones que se diferencian en la composición
florística, pero coincide en primer término en las condiciones
estacionales y en segundo lugar en sus formas biológicas"; Moss y la
Comisión Inglesa de Vegetación propusieron que el término de formación
tuviera un sentido climácico; y Clemens llamó formación-climax a "la
unidad fisionómica final de serie en la sucesión" (Font Quer, 1953,
Rivas Martínez, 2005).
Actualmente la formación,
de acuerdo a su origen etimológico, es un concepto esencialmente
fisionómico, aunque también tiene caracteres ecológicos, sociológicos,
florísticos, edafológicos, corológicos y bioclimáticos (Ferreras, 1999;
Rivas Martínez; Alcaraz, 2008). La definición
más actual de formación
la proporciona Rivas Martínez (2005) cuando dice que es "un término
geobotánico que representa un conjunto de comunidades y especies
vegetales propio de un amplio territorio, delimitado en primer lugar
por la fisonomía resultante de la organización espacial conferida por
las formas biológicas (biótipos) de las plantas predominantes,
correspondientes al estadio maduro de la serie o clímax, así como por
los tipos vegetacionales que aparecen debido a los fenómenos de
sucesión regresiva". Definida de esta manera, el concepto de formación
sigue siendo fisionómico y se relaciona con la clasificación
fisionómico-ecológica de Grisebach & Rübel, los criterios
sucesionistas de Clements y los conceptos de biogeocenosis y bioma
(Rivas Martínez, 2005).
Dicho de otra forma, las plantas,
los tipos
biológicos o formas vitales, más o menos
diferentes, se agrupan integrando comunidades vegetales (Alcaraz,
2008). Si en una comunidad de plantas hay una estructura uniforme,
caracterizada por poseer un solo tipo de forma vital (generalmente es
debido a que tiene condiciones ecológicas muy homogéneas, como los
musgos del suelo o los líquenes en la rama de un árbol...) se forma
una sinusia (o
simorfía según Huguet del Villar). Pero, si es una comunidad vegetal de
orden superior, compuesta por una o varias sinusias, y con una
fisionomía homogénea se crea una comunidad vegetal llamada formación (Alcaraz,
2008).
Lo
positivo del concepto de formación (o de las formaciones vegetales) es
que es un término genérico y sencillo que puede ser definido al amparo
de cualquier aproximación ecológica bien hecha (Rivas Martínez, 2005).
Es un término muy válido cuando se trata de describir los grandes
rasgos de la vegetación de un territorio extenso, y como se basa en
caracteres biológicos y fisionómicos sencillos de detectar, es fácil
diferenciar unas formaciones de otras, por lo que le es útil a los
expertos en botánica, y accesible a la gente que no está especializada
en el tema (Ferreras, 1999). También el término de formación tiene un
carácter bioclimático puesto que existen formaciones vegetales muy
semejantes en territorios muy alejados, en general, debido a
convergencias bioclimáticas, por ejemplo el chaparral que aparece en
California y en las costas del Mediterráneo, o las estepas de Mongolia
y Dakota del Norte (Alcaraz, 2008). Además, la formación es un concepto
muy geográfico puesto que describe una parte del paisaje y presenta
unos límites (Ferreras, 1999), que son fácilmente cartografiables.
Se
han propuesto muchas clasificaciones de formaciones del mundo, todas
ellas, son clasificaciones fisionómicas o ecológico-fisionómicas, es
decir, agrupan a los vegetales a partir fundamentalmente de su fisonomía (y su
ecología), y en todas ellas la unidad base es la formación vegetal del estrato (arbóreo,
arbustivo, herbáceo...) que domina la cubierta vegetal. Se consideran especies o formaciones dominantes
aquellas que según Mª Eugenia Arozena (2000) "por su tamaño,
estructura, importancia relativa en el conjunto o fenología, permiten
el reconocimiento visual de discontinuidades espaciales en la cubierta
vegetal".
Muchos autores como Grisebach (1838),
Schimper y Faber
(1935), Huguet del Villar, Dansereau, Gaussen (1954, 1955), Bagnouls
& Gaussen (1957), Walter (1968 y 1973) y otros más han
propuesto su
propia clasificación de formaciones vegetales, pero las más conocidas y
empleadas son:
- las clasificaciones
de Drude (1890) y Diels (1908).
- la clasificación
de Brockmann-Jerosch y Rübel (1912, 1919).
- las clasificaciones
de Allorge y Jonet (1937), y Elhäi (1968).
- y la clasificación
de Ellenberg y Mueller-Dombois (1967, 1973).
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