1.3.4. Edad moderna.
La edad Moderna es un periodo histórico que
abarca desde 1492, con el descubrimiento de América, hasta la
Revolución francesa (1789). Esta nueva edad de la civilización comienza
con varios hechos e inventos que cambian radicalmente la mentalidad del
medievo.
- La invención de la imprenta
en Europa cambia sustancialmente la realización de
libros, y sobretodo la distribución del conocimiento y las ideas.
Aunque en realidad ya existían otros modelos de imprenta en Europa, y
sobretodo en Asia, la imprenta de 1448, de Gutenberg,
permitía realizar impresiones más perfectas y con mayor velocidad. De
esta forma, el conocimiento que en el medievo estaba limitado a los
copistas de los monasterios, se dispersa, sale a la calle y las
universidades, aumentan las obras científicas y el número de lectores,
y se abarata la producción de libros.
En estos años aparecen numerosas obras de
botánica como: Herbarium vivae Eicones (1530) de
los alemanes Otto Brunfels, Jerome
Bock y Leonhart Fuchs; el Botanologicon
(1534) de Euricius Cordus e Historia
stirpium libri V (1561) de su hijo Valerius
Cordus; el New Kreuter Buch (1539)
de Jerome Bock; De historia
stirpium commentarii insignes (1542) de Leonhart
Fuchs; Kreuterbuch (1546) de Hieronymus
Tragus; De plantis libri XVI
(1583) y Appendix ad libros de plantis (1603) de Andrea
Cesalpino; Plantarum seu stirpium historia
(1576) de Matthias de L'Obel (en donde se
diferencia entre monocotiledóneas y dicotiledóneas)...
También en este periodo aparecen los
primeros libros de zoología. En 1544, el botánico y zoólogo inglés William
Turner, publicó Avium praecipuarum, quarum
apud Plinium et Aristotelem mentio est, brevis et succincta historia,
que está considerada como la primera obra de la ornitología. Unos años
más tarde, en 1551, Johann Conrad Gessner comenzó
la publicación de su obra de cuatro
tomos, Historia Animalium, que es un libro
fundamental en la historia de la zoología. En 1552, en París, Edward
Wotton editó su tratado De Differentiis
Animalium, y dos años después, en 1554, el italiano Guillaume
Rondelet, elaboró su obra Libri de Piscibus
Marinis, uno de los primeros libros de ictiología.
- Los descubrimientos
geográficos cambiaron radicalmente la historia de la
humanidad, y permitieron la creación de nuevas rutas, que conectaron
Europa, con América, África, Asia y Oceanía.
Los descubrimientos geográficos permitieron
un mayor conocimiento del planeta, como se observa en los mapas de la
época (mapas de Juan de la Cosa, 1500; Waldseemüller, 1507; Werner,
1514; Diego Ribera, 1527; Mercator, 1569; Ortelius, 1570...) en los que
ya aparece representada gran parte de la Tierra.
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- La creación de
universidades y jardines botánicos. Aunque existían
instituciones similares a las universidades antiguamente, como la
escuela de Wei Zhao fundada en el año 259 (actual Univ. de Nankín, en
Nankín, China) o la madraza árabe de al-Qarawiyyin fundada en el año
859 (actual Univ. de al-Qarawiyyin o al-Karaouine, en Fez, Marruecos),
y ya habían aparecido las primeras universidades en Europa en el siglo
XI (Univ. de Bolonia, 1088; Univ. de París; Bandera, 1090; Univ. de
Oxford, 1096...), en está época se construyeron nuevas universidades y
se comenzó a fortalecer su valor como institución (wikipedia, 2017).
También en esta época se crean los primeros jardines botánicos con
fines científicos como el jardín de Padua de 1545 (considerado el
primer jardín botánico del mundo) o el de Bolonia, cuyo creador fue Ulisse
Aldrovandi, un famoso botánico y zoólogo que fue el
primer profesor de historia natural en una universidad.
- El
auge del renacimiento provocó que durante los siglos XV
y XVI surgiera un nuevo interés por el conocimiento, y una gran
revolución artística, científica y tecnológica. Leonardo
da Vinci (1452-1519) personificó la idea del hombre del
Renacimiento y fue un hombre clave dentro de este movimiento. Además de
ser filósofo, inventor, ingeniero, escultor, escritor, pintor... era
una persona profundamente interesada en la botánica, y en el estudio de
la anatomía y la fisiología de plantas, animales y seres humanos.
Pero junto a da Vinci, dentro de la ciencia
renacentista, también destacan otros personajes como Paracelso
(1493-1541), el autor de La
gran cirugía (1536), y de otros
importantes tratados de química, biología, anatomía y medicina; Andrés
Vesalio (1514-1564), un hombre clave en la medicina
occidental, autor de De humani corporis fabrica
(1543), un gran libro de anatomía basado en la disección de cadáveres; Nicolás
Copérnico (1473-1543), el gran astrónomo que defendió
en su obra De revolutionibus orbium coelestium, la
teoría heliocéntrica; Francisco Vallés (1524-1592),
el mayor exponente español de la medicina renacentista...
Todas estas novedades del inicio de la edad
Moderna dieron un gran impulso al desarrollo de la biogeografía.
Además, el descubrimiento de nuevos territorios, ofreció a los
científicos una visión más global de la Tierra, y permitió conocer
plantas, animales, y climas nuevos.
A nivel de plantas, en este periodo se
realizaron los primeros estudios de vegetación y flora de Europa, y de
los nuevos territorios explorados, como el Sumario de la
Natural Historia de las Indias (1526) de
Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés; Historia
medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales
(1565-1574) de Nicolás Bautista Monardes;
o las crónicas de Hernández de Oviedo, Martire d'Anghiera, Sahagún,
Francisco Hernández... (Bousquets et al, 2001). En todos estos textos
los autores comienzan a apreciar las diferencias entre los animales y
las plantas de todos los continentes, y se empieza a poner en duda la
homogeneidad que predecía el relato bíblico del Génesis.
A nivel de fauna, destaca la figura del
jesuita español José de Acosta
(1540-1600), que en su Historia Natural y Moral de las Indias
de 1590, sentó las bases de la zoogeografía moderna, al comparar la
fauna europea con la americana. Este antropólogo y
naturalista, analizó de una manera religiosa pero racional, y sin
explicaciones fantásticas, las características y la distribución de las
faunas del viejo y el nuevo continente (Zunino, 2013). Además
reconoció, mucho antes que Buffon, que las especies americanas tenían
rasgos endémicos que hacían que fueran muy diferentes a las especies
del viejo continente, y planteó algunas razones sobre las causas que
pudieron generar estas diferencias (Bousquets et al, 2001).
José de Acosta planteó
tres hipótesis sobre cómo pudo ser posible la dispersión de la fauna y
las poblaciones humanas por América (Papavero et al., 1997, Bousquets
et al, 2001):
a) Que los indios americanos habían llegado
desde Europa navegando. Esta opción le parecía poco creíble puesto que
sabía que los nativos americanos no conocían la brújula y solamente
hacían viajes cortos guiados por las estrellas.
b) Que los humanos habían llegado a América
llevados por tormentas y en contra de su voluntad. Acosta planteó esta
hipótesis inspirándose en los mitos de varias tribus americanas y de
antiguas leyendas Europeas, y llegó a la conclusión de que “no faltan
indicios de que se haya navegado la mar del Sur antes que viniesen
españoles por ella. Así que podríamos pensar que se comenzó a habitar
el Nuevo Orbe de hombres, a quienes la contrariedad del tiempo y la
fuerza de Nortes echó allá” (Lib. I, cap. 19).
c) Que las personas y la fauna había llegado
a América por otras razones desconocidas. Reconocía que aunque algunos
navegantes europeos podrían haber llegado al nuevo continente desviados
por las corrientes, era difícil que la fauna hubiese seguido ese mismo
método. En este sentido José de Acosta llegó a plantear que ambos
continentes pudieron estar conectados, o al menos muy próximos (Zunino,
2013), y rechazó la Atlántida como puente intercontinental (Bousquets
et al, 2001).
Posteriormente, en el siglo
XVII, la ciencia continuó avanzando. Filósofos y
científicos como Francis Bacon, autor de El
avance del conocimiento (1605) y René
Descartes, creador del Discurso del método
para dirigir bien la razón y hallar la verdad en las ciencias
(1637), sentaron las bases epistemológicas de la época. Además,
personajes como Johannes Kepler,
Galileo Galilei, o Isaac Newton
que revolucionó la ciencia de su época, al exponer su ley de la
gravedad en el libro Philosophiae naturalis principia
mathematica (1684), aportaron un mayor conocimiento, no sólo
de la Tierra, sino también del propio universo.
Por otro lado, a nivel institucional en
Europa, se crean en este siglo importantes organismos y sociedades
científicas como la academia británica Royal Society
(1660) o la francesa Académie des Sciences
(1666). Además, los gabinetes de curiosidades como el de Wormius,
en el que se exhibían animales disecados, fósiles y artículos de otras
culturas, van dando paso a los museos.
Durante todo el siglo XVII
se producen grandes avances en ciencias muy cercanas a la biogeografía:
- En geología:
el danés especializado en biología, paleontología y geología,
Nicolas Steno, publicó entre otras obras Anatomical
Observations (1662), un libro que sentó las bases de la
estratografía, y en paleontología, Niels
Stensen, publicó en 1669, un ensayo sobre la formación
de los fósiles.
- En taxonomía vegetal:
hubo muchos avances que ayudaron a crear las bases del futuro sistema
de Linneo. En 1601, Carolus Clusius
publicó una compleja clasificación de las plantas en función de su
afinidad. Después, en 1623, el suizo Gaspard Bauhin,
realizó una nueva clasificación con 6.000 especies vegetales divididas
en árboles, arbustos y hierbas; y en 1675, Lemery
presentó una de las primeras clasificaciones en donde los seres vivos
se dividían en tres reinos: mineral, vegetal y animal. Más tarde, el
inglés John Ray trazó una línea divisoria
entre las monocotiledóneas y las dicotiledóneas, y estableció seis
reglas básicas de la taxonomía, que aún se mantienen, en sus obras: Methodus
plantarum nova (1682), Historia plantarum
(1686) y Methodus emendata. Y finalmente, en la
última década del siglo XVII, el botánico y médico alemán Augustus
Quirinus Rivinus aportó grandes avances en taxonomía
botánica en Introductio generalis in rem herbariam (1690),
y en obras posteriores. Rudolf Jakob Camerarius
en De sexu plantarum epistola (1694), puso en
evidencia la importancia del carácter sexual de las flores como
criterio de clasificación y Joseph Pitton de Tournefort en
Élémens de botanique (1694),
introdujo una jerarquía sofisticada de clases, secciones, géneros y
especies, y fue el primero en usar consistentemente un sistema
polinomial (en vez de binomial) de nomenclatura.
- En citología y
microbiología: Robert
Hooke en 1665 publicó Micrographía,
el primer libro basado en observaciones microscópicas, que ideó a
partir de un microscopio que el mismo había construido. En esta obra
además, es la primera vez que aparece el concepto de célula. Poco
después, Anton van Leeuwenhoek, usando
también microscopios simples, realiza innumerables observaciones con
las que asienta las bases de la morfología microscópica. Además, en
1675 descubre los protozoarios, y en 1683 las bacterias.
- En micología:
Johannes Franciscus Van Sterbeeck publicó
la primera obra dedicada a los hongos Theatrum fungorum
(1675), en la que ayudaba a identificar las especies comestibles.
- En fisiología, anatomía e
histología vegetal: Nehemiah Grew
examinó al microscopio distintas partes de las plantas, sus tejidos y
sus células. Además identificó a las flores como órganos sexuales y
describió la función del polen. Sus libros más importantes fueron An
idea of a philosophical history of plants (1672) y Anatomy
of plants (1682). También Marcello Malpighi
analizó anatómicamente muchas plantas (y animales). En su tratado Anatomia
Plantarum (1675), aparecen descripciones muy detalladas de
la corteza, el tallo, las raíces, las semillas...
- En zoología:
Jan Swammerdam se
especializó en el estudio de los insectos. Entre sus numerosas obras,
cabe citar Historia general de los animales que carecen de
sangre (1669) y Biblia de la naturaleza o
historia de los insectos (1737-1738).
En el terreno estrictamente biogeográfico,
durante el siglo XVII, destacan cuatro personalidades: Enrico Martínez,
Walter Raleigh, Isaac de La Peyrière y Atanasio Kircher. Enrico
Martínez (1550-1632) fue un importante cosmógrafo,
intérprete e ingeniero, que en su obra Repertorio de los
tiempos e Historia Natural de Nueva España (1606) planteaba
la idea de los puentes intercontinentales y de los territorios
emergidos desaparecidos (Bousquets et al, 2001). El inglés Walter
Raleigh (1552-1618), fue un marino, corsario y
político, que escribió History of the world (1614),
una obra en la que afirmaba que las especies europeas que habían
conseguido llegar a América, se habían tenido que ir transformado
paulatinamente para adaptarse a la nuevas condiciones del medio. El
teólogo francés Isaac de La Peyrière
(1594 o 1596-1676), que destaca por su obra Systema
theologicum de preadamitaum hypothesi (1655) en la que pone
en duda la teoría del diluvio universal y la paternidad universal de
Adán, y defiende que muchas especies son autóctonas de las regiones que
habitan. Y finalmente el alemán jesuita Atanasio Kircher
(1602-1680), el más clásico, que entre su
obra de más de 40 volúmenes, sobresale Arc Noe,en
la que sigue defendiendo la teoría del diluvio universal.
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