5.7. Suelos
La relación entre el suelo y los seres
vivos, es evidente y por ello se trata de manera especial en el capítulo de edafología.
El suelo tiene una fuerte relación con los
seres vivos. Éstos ayudan a la formación del suelo mediante la
trituración de la roca con las raíces de los árboles o con la acción
mecánica de los animales subterráneos, aportan restos orgánicos (tanto
plantas como animales), airean el suelo, forman el humus... El suelo en
respuesta, aporta y regula el agua y los nutrientes que las plantas
necesitan, es el soporte y el refugio de los animales terrestres (como
la lombriz, el topo, el conejo, la musaraña, el visón...), y el lugar
de anclaje y fijación de las plantas (Ferreras Chasco, 1999, 2000).
Las características edáficas
clave son: la permeabilidad o facilidad de percolación del agua, el
perfil, el color, la textura, la estructura, la profundidad, la
capacidad de aportación de nutrientes y su composición química.
El suelo en las plantas.
Al igual que para el clima, se podría
definir un suelo idóneo, que lo será si además de estar adecuado a las
características calcicolas o silicicolas de la planta, tiene suficiente
permeabilidad y profundidad, una textura equilibrada entre limos,
arcillas y arenas, y un espesor adecuado al porte de la planta.
En función de los factores
químicos del suelo se diferencian los siguientes tipos
de plantas:
- plantas silicícolas:
son las plantas y comunidades vegetales que viven en suelos silíceos.
- plantas silicófilas:
son las plantas y comunidades vegetales que necesitan vivir en suelos
silíceos o desprovistos por lavado de carbonato cálcico.
- plantas calcófílas:
son las plantas y comunidades vegetales que requieren y necesitan para
poder desarrollarse suelos calizos.
- plantas calcícolas:
son las plantas y comunidades vegetales que viven en suelos o sustratos
calizos, es decir, ricos en carbonato cálcico, como por ejemplo: Bromus
erectus, Lavandula latifolia.... No
todas las plantas calcícolas exigen estos suelos por su composición
química sino por otras cualidades como el color, la porosidad, su pH...
- plantas calcifugas:
son las plantas y comunidades vegetales que no pueden soportar una
proporción elevada de calcio en el suelo, como por ejemplo: el
arándano, Peteridium aquilinum...
- plantas nitrófilas:
son plantas que se desarrollan en suelos con alto contenido de
nitrógeno y nitratos. Aparecen en áreas antropizadas, en caminos,
alredador de establos...
- plantas gipsófilas:
son plantas y comunidades vegetales adaptadas a suelos en los que
dominan los yesos, como el arnallo (Ononis tridentata),
el tomillo sapero (Frankenia thymifolia), Reseda
stricta, Gypsophila hispánica, Gypsophila
struthium, Helianthemun squamatum…
(Rubio, 1989).
- plantas metalofilas o
metalófitas: son plantas que viven (metalofitas
obligadas) o que pueden sobrevivir (metalofitas facultativas) en suelos
contaminados con metales pesados como plomo, cinc, niquel, cadmio...
Suelen aparecer en los entornos de las minas o en áreas contaminadas.
Estas plantas absorben los metales pesados del suelo y los acumulan en
sus tejidos aéreos, por lo que cumplen una función muy importante en la
descontaminación de suelos y en la recuperación de la masa vegetal.
Ejemplos de plantas metalofitas son: Thlaspi goesingense,
Thlaspi caerulescens, Arabidopsis
halleri, Silene vulgaris, Rumex
acetosa, Jasione montana, Festuca
rubra, Agrostis capillaris, Pteridium
aquilinum, Viola calaminaria, Minuartia
verna, Armeria maritima, Plantago
lanceolata (Becerril et al, 2007).
Muchas plantas metalofitas, se usan como
bioindicadoras en la búsqueda de nuevos yacimientos de minerales, como
cobre, cinc o serpentina (Brooks, 1972). Por ejemplo, se emplea a la
planta Gymnosporia montana en la búsqueda de
pegmatitas (Nagaraju y Karimulla, 2001), Nepeta glomerulosa
en serpentinas (Ghaderian et al, 2009), Rumex acetosella
y Minuartia verna para sulfuros (Kelepertsis y
Andrulakis, 1983)...
- plantas halófilas o
halófitas: son aquellas plantas que se desarrollan sobre
suelos salados, como por ejemplo, muchas especies de la familia de las
Quenopodiáceas (géneros Salicornia, Salsola,
Suaeda, Atriplex...),
y bastantes especies de los géneros Frankenia, Halimione
y Arthrocnemun (Rubio, 1989; Ferreras, 1999). La
mayoría de las plantas halófitas, son pequeñas o medianas, tienden a
ser arbustivas, subarbustivas o herbáceas..
En función de la cantidad de
sal que admite la planta se diferencian dos tipos de
plantas:
- eurihalinas:
que admiten un amplio rango de grado de sal.
- estenohalinas:
que admiten una menor cantidad.
La sal que se halla en un territorio
concreto puede ser un grave problema para las plantas puesto que hace
que descienda el potencial hídrico del suelo, altera la germinación y
el crecimiento, genera en el suelo una estructura asfixiante, puede
dañar los tejidos internos de la planta... Por ello, algunas plantas
han desarrollado diferentes tipos de adaptaciones frente a la sal
(Alcaráz Ariza, 2008):
- Existen especies que germinan, maduran y/o
florecen antes o después, en función de las condiciones del medio,
otras acortan la estación de crecimiento, mientras que algunas plantas
desarrollan cutículas gruesas u hojas pequeñas para hacer descender la
transpiración, otras en cambio, poseen tallos y/u hojas suculentas con
el fin de evitar la toxicidad y compensar las diferencias de presión
osmótica con suelo. Otra de las defensas ante la sal es la reducción
del número de nervios y estomas.
- Las plantas euhalófitas
acumulan sales en tejidos como el Arthrocnemum, Salicornia,
Sarcocornia...
- Los crinohalófitos
poseen glándulas, tricomas o pelos excretores por los que pueden
expulsar la sal de su interior Atriplex spongiosa,
Limonium, Tamarix...
- Los glicohalófitos
son capaces de absorber las sales de manera selectiva Hordeum,
Rhizophora...
- Los locahalófitos
guardan la sal en su interior en unas estructuras especiales como Atriplex
halimus, Salsola oppositifolia...
En lagos salobres y en la orilla del mar, la
salinidad suele ser un factor clave que hace que las plantas se
distribuyan en bandas paralelas en función de su tolerancia a la sal
(Rubio, 1989; Alcaráz Ariza, 2008).
Por otra parte, el pH también es una
característica muy importante del suelo, puesto que muchas especies
exigen un determinado valor de pH para su crecimiento óptimo. Puede ser
un factor limitante, puesto que los organismos vegetales suelen vivir
en medios de ph entre 3 y 12.
En función del pH del suelo se
distinguen cuatro tipos de plantas:
- plantas basófilas:
son las plantas y comunidades vegetales que viven o requieren suelos
básicos.
- plantas neutrófilas:
aquellas que tienden a desarrollarse en suelos con un nivel medio de
pH.
- plantas acidófilas:
son las plantas y comunidades vegetales que viven o requieren suelos
ácidos.
- plantas indiferentes del pH:
son plantas que admiten un rango alto de pH.
La profundidad del suelo también es un
factor clave. Las plantas que crecen sobre suelos poco profundos deben
desarrollar adaptaciones especiales puesto que el horizonte del suelo
que ofrece soporte a la planta es muy delgado. En este sentido, cabe
destacar a los árboles de las selvas ecuatoriales que pueden llegar a
alcanzar los 60 metros de altura a pesar de vivir en áreas de suelos
delgados y han desarrollado unas raíces tabulares que pueden llegar a
subir hasta 9 metros y fijan el árbol como si fueran pilares (Walter,
1977).
La estructura del suelo también es muy
importante, sobretodo en áreas como acantilados, roquedos, canchales,
paredes... pues en ellos hay un desarrollo muy limitado del suelo y las
raíces de estas plantas, genéricamente llamadas rupícolas,
se ven obligadas a contactar directamente con la roca. Este tipo de
plantas se subdividen en:
- plantas samófilas o psamófilas: son
aquellas plantas que están ligadas a la arena. En áreas con dunas, en
función del movimiento de la arena, algunas plantas son capaces de
estabilizar el suelo y fijar la duna. Estas plantas tienen un gran
papel en el desarrollo de la vegetación, permiten iniciar el proceso de
estabilización del suelo y del enriquecimiento de nutrientes, y ayudan
a que continúe la sucesión vegetal.
Una de las especies samófilas mas
características es el barrón (Ammophila arenaria),
una gramínea muy común de las dunas de las marismas del Guadalquivir.
Esta planta se instala en las arenas formando macollas vivaces gracias
a su potente sistema de raíces, muy densas y profundas, y a sus
rizomas, que le ayudan a captar la humedad y a fijar la planta (Rubio,
1989). Algunos pinos también son capaces de desarrollarse sobre arenas,
como el pino piñonero (Pinus pinea) y el pino
resinero (Pinus pinaster).
- vegetación ruderal:
aquella que se desarrollan en caminos, sobre escombros y en las
proximidades de áreas con ocupación humana donde se forman suelos con
un alto contenido inorgánico y una alta concentración de nitratos.
- plantas litófitas:
son especies vegetales de roca o de derrubios rocosos que poseen
adaptaciones en su aparato subterráneo.
- casmófitos:
plantas de los peñascos, en cuyas grietas hincan sus raíces como el Teucrium
rivasii.
- comófitos:
plantas cuyas raíces se sitúan en rellenos terrosos dentro de fisuras
más o menos anchas y rellanos, por ejemplo el Sedum album.
- casmocomófitos:
con ambos tipos de anclaje, mezcla de casmófitos y comófitos (por
ejemplo Erodium saxatile).
- glerófitos:
propias de canchales, pedreras y gleras, por ejemplo Andryala
ragusina. Están adaptadas a otros terrenos por la
flexibilidad de las ramificación o suelen tener un sistema radicular
muy bien desarrollado.
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