Las características más
importantes que se debe tener en cuenta de la luz son:
su intensidad, color, cantidad y periodicidad, todas con una gran
variabilidad temporal, tanto a lo largo del día, como a lo largo del
año.
La luz depende de
muchos factores:
- del ángulo que forman los rayos solares y
la superficie terrestre.
- de la latitud (a mayor latitud en general,
hay menos cantidad de luz, es decir, la zona del ecuador es la parte
del planeta con mayor cantidad de luz, a lo largo del año y del día,
mientras que en los polos la cantidad de luz que llega procedente del
sol es mucho menor).
- de la estación del año.
- de la duración del periodo día / noche.
- de la altitud (generalmente a mayor
altitud, más cantidad de luz).
- del espesor de la capa atmosférica, la
transparencia del aire, la nubosidad...
- del suelo, en función de su color, los
suelos pueden repeler o absorber luz, por ejemplo un suelo cubierto de
nieve refleja una gran cantidad de luz.
- de la topografía, en roquedos las
diferencias de exposición a la luz puede determinar cambios muy
notables. Las áreas de solana y umbría en una montaña suelen presentar
importantes diferencias.
La distribución de la luz
es muy variable en el espacio y en el tiempo pero también, dentro de
una misma planta o de una comunidad vegetal. En una planta existe una
distribución irregular de la luz, en general, la copa recibe una luz
intensa que va disminuyendo hacia las partes inferiores por el efecto
sombra producido por las hojas de arriba o por las hojas de otras
especies. En las comunidades vegetales suele haber una estratificación
de las especies vegetales por la competencia por la luz. Los árboles
superiores del estrato son las plantas que requieren más luz, mientras
que las plantas que componen el sotobosque necesitan, por lo general,
menos luz. En los bosques caducifolios el ritmo estacional es muy
importante, mientras que en los bosques peremnifolios es mucho más
constante a lo largo del año (Ferreras Chasco, 1999). Por otro lado
también depende del tipo de formación, en bosques abiertos (matorrales,
pinares...) con un índice de área foliar menor a 5 la luminosidad
relativa suele situarse en torno al 15 o 30%, mientras que en bosques
densos en donde el índice de área foliar es mayor a 6 (como los
hayedos) la luminosidad relativa puede llegar a situarse sobre el 1 o
2% (Ferreras Chasco, 2000).
|
Comunidad de Hypericum ericoides |
Comunidad de Polypodium cambricum
subs. serrulatum |
Luz directa |
84.000 |
4.300 |
Luz total |
92.500 |
8.100 |
Luz difusa |
8.500 |
3.800 |
Diferencias
de intensidad lumínica (en lux) en la Sierra de Espuña (Murcia), con
una Comunidad de Hypericum ericoides situada en la solana, y una
Comunidad de Polypodium cambricum subs. Serrulatum situada en umbría.
Fuente: Alcaráz Ariza (2008). |
Para las plantas y la fauna
acuática hay que tener en cuenta que la reflexión y la
absorción de luz por la masa de agua es muy alta, y por lo tanto, la
cantidad de luz que puede penetrar es muy pequeña. Siempre, a mayor
profundidad existe menos luz, pero dependiendo de la cantidad de luz
inicial, la turbidez del agua, el número de partículas en suspensión
(orgánicas e inorgánicas)... la luz podrá alcanzar una mayor o menor
profundidad. Generalmente, en los primeros 10 ó 12 metros de
profundidad sólo llega un 50% de la luz solar, y a partir de los 50
metros los seres vivos ya no pueden aprovechar los rayos del sol y la
fotosíntesis por lo tanto, no es posible (Lacoste, 1973; Ferreras,
1999).
Sin duda, este hecho es clave en el medio
acuático, puesto que la luz es un factor limitante dentro del agua que
determina la zonificación y la distribución de las comunidades animales
y vegetales en función de las necesidades lumínicas de cada organismo y
limita la expansión de los seres fotosintéticos (y seres asociados a
ellos) a los primeros 50 metros de profundidad. En los oceános y en
algunos mares y lagos se diferencian dos zonas: la zona
fótica (en donde llega parte de la luz de sol) y la zona
áfotica (en donde no llega la luz del sol y hay
oscuridad continua), y las comunidades de seres vivos que viven en
ambas zonas son muy diferentes.
Por todo ello, la protección y la
descontaminación de las costas es vital, puesto que es donde se
concentra la mayor cantidad de vida marina.
Profundidad |
Tipo de
marea |
Especie |
Tipo |
Piso |
0 metros |
AMMV |
Enteromorpha sp. |
Alga verde |
Piso supralitoral |
2 metros |
AMMM |
Pelvetia canaliculata
Fucus vesiculosus |
Alga parda
Alga parda |
Piso
mesolitoral |
5 metros |
BMMM |
Ascophyllum nodosum
Laminaria saccharina |
Alga parda
Alga parda |
7 metros |
BMMV |
Chondrus crispus
Himanthalia elongata |
Alga roja
Alga parda |
10 metros |
|
Laminaria digitata |
Alga parda |
Piso infralitoral |
25 metros |
|
Laminaria hiperborea
Sacchoriza polyschides
Alaria esculenta
Petroglossum nicaeense |
Alga parda
Alga parda
Alga parda
Alga parda |
40 metros |
|
Phyllophora palmettoides
Kallymenia reniformis
Bonnemaisonia asparagoides |
Alga roja
Alga roja
Alga roja |
50 metros |
|
Melobesíeas |
Algas rojas |
Piso circalitoral |
50 metros |
|
Algas unicelulares |
|
Ejemplo de la
zonación algal en función de la profundidad en las costas del Canal de
la Mancha (en Lacoste, 1973). Leyenda: AMMV Alta mar de marea viva;
AMMM Alta mar de marea muerta; BMMM Baja mar de marea muerta; BMMV Baja
mar de marea viva.
|
La luz en las plantas.
En las plantas la luz influye
en:
- La fotosíntesis, de la totalidad de la luz
recibida por una planta sólo el 10% es utilizado en la fotosíntesis.
Aún así, con esta cantidad de luz, con el agua tomada por las raíces, y
el dióxido de carbono de la atmósfera, las plantas son capaces de
generar su propia energía.
- La fisiología, la luz puede inhibir la
germinación (Nigella sativa) o activarla (Lythrum
salicaria). Además, la floración también necesita un mínimo
de claridad y en general, el ciclo de luz determina el ciclo biológico
de muchas especies. Por ejemplo, la eclosión de las yemas en la
primavera se relaciona con el alargamiento de los días (Ferreras
Chasco, 1999)
- La morfología, el desarrollo y/o el
crecimiento de los vegetales. Una falta de luz produce ahilamientos,
cambios en la forma de los limbos foliares, marchitamiento de la hojas,
tallos endebles, entrenudos alargados, hojas reducidas... Por el
contrario, los periodos con mucha luz favorecen la maduración sexual y
el desarrollo vegetativo de la planta. De hecho, los árboles plantados
en las calles de las ciudades presentan un desarrollo desigual en
función de la cercanía a la luz de las farolas.
- En algunas especies, la luz provoca que
haya un dimorfismo foliar, es decir que en el mismo árbol se pueden
observar dos tipos de hojas: las hojas de luz
que son más pequeñas, más gruesas, tienen una nerviación más densa,
mayor densidad de estomas, y están adaptadas a aprovechar la intensidad
lumínica superior; y las hojas de sombra,
generalmente más grandes, más delgadas y capacitadas para utilizar
mejor una menor intensidad lumínica. Además, las hojas de sol de encima
de la copa, normalmente se disponen en sentido vertical, de esta forma
se calientan menos, pierden menos agua y dejan pasar más luz (Walter,
1977).
Por lo tanto, las plantas necesitan un
mínimo de luminosidad para poder subsistir, aunque también existe un
valor máximo sobre el cual no podrían sobrevivir, puesto que se podrían
producir daños fisiológicos, como la destrucción de algunos pigmentos
fotosintéticos. Entre ambos valores se sitúa el valor óptimo, bajo el
cual se produce el máximo desarrollo de la planta. Pero en general, las
plantas suelen tener una tolerancia lumínica muy amplia. La mayoría de
los árboles presentan un óptimo fotosintético de entre 20.000 lux (Pinus
sylvestris) y 30.000 lux (Fagus sylvatica,
Quercus ilex...), mientras que
las plantas de sombra se conforman con valores en torno a los 1.000 lux
(Ferreras Chasco, 2000).
En función de la afinidad o
la necesidad de luz las plantas se clasifican en
(Lacoste, 1973; Ferreras Chasco, 1999, 2000; Alcaráz Ariza, 2008):
- Heliófilas o heliófitas:
también llamadas plantas de sol o especies de luz, que requieren una
gran luminosidad (de entre el 100 y el 40%), o tienen una gran afinidad
por zonas con iluminación directa. Dentro de este grupo se puede
incluir de manera generalista a los árboles, aunque también a las
plantas heliófilas de alta montaña, de estepa y de desierto, los
prados, las landas, los cereales, las comunidades vegetales de los
claros del bosque y de bosques poco densos, el romero, al heliantemo...
- Fotófilas:
plantas con afinidad a lugares iluminados, pero de forma indirecta,
como las plantas de áreas rocosas, pedreras, escombreras...
- Umbrofilas, esciófilas o
esciofitas: coloquialmente se conocen como plantas de
sombra, se conforman con bajos niveles de luminosidad (entre el 40 y el
20%), o son afines a lugares sombreados. Pertenecen a este grupo las
plantas de sotobosques umbrosos y muchos líquenes y musgos.
En función del tipo de
fotosíntesis se diferencia entre (Ferreras Chasco,
2000):
- Plantas C3:
pertenecen a este grupo la mayoría de las plantas, son especies que
realizan el denominado ciclo de Calvin.
- Plantas C4:
principalmente pertenecen a este grupo gran parte de las gramíneas.
Estas plantas fijan de forma eficaz el dióxido de carbono, gastando
poco agua pero consumiendo un gran cantidad de energía.
- Plantas CAM
(crassulean acid metabolism): realizan este tipo de fotosíntesis
plantas carnosas como las crasuláceas y las cactáceas. Estas plantas
fijan el dióxido de carbono por la noche para ahorrar agua, aunque
obtienen muy poca energía.
En función de la periodicidad
de la luz (fotoperiodismo), las plantas desarrollan
diferentes adaptaciones lo que permite clasificarlas (Ferreras Chasco,
1999, 2000), en:
- Plantas de días cortos o
estenohémeras: para las que el inicio de la floración
sólo se produce si la duración de la luz diaria no es superior a 12
horas, mientras no sea así, las yemas quedan en letargo aunque la
planta continúa creciendo. Pertenecen a este grupo algunas plantas
tropicales, como la caña de azúcar, o plantas de regiones templadas
cuya floración se produce en otoño o en invierno.
- Plantas de fotoperíodo
intermedio, en general, los cereales.
- Plantas de días largos o
eurihémeras: aquellas plantas cuya floración se produce
en verano puesto que necesitan para florecer al menos 12 horas luz.
- Plantas independientes del
periodo de luz, en donde la floración no está
condicionada por los periodos de luz, como los jacintos o los narcisos.
El efecto de la luz desencadena en muchas
especies mecanismos fototrópicos,
positivos o negativos, según la planta desarrolle mecanismos de
búsqueda o rechazo de la luz:
- muchos mecanismos control estan asociados
al control de la evapotranspiración.
- los girasoles y muchas otras plantas
tienen la capacidad de orientarse buscando el sol.
- otras especies ramifican sus tallos
siguiendo la secuencia de Fibonacci para asegurar una distribución
regular de la luz en cada hoja de la planta.
- en general la competencia por la luz en
los bosques ecuatoriales y en las selvas es un factor clave, por lo que
las plantas han desarrollado una gran variedad de adaptaciones: muchas
plantas tropicales como la costilla de Adán tienen hojas con formas
especiales, como lobulaciones, que favorecen el paso de la luz a los
estratos inferiores, otras plantas tienen hojas reflectantes para que
pueda haber más luz. Para conseguir la luz algunas especies deben
ascender, las lianas utilizan a otros árboles como sostén para que su
tallo crezca y puedan subir hasta los estratos con más luz rápidamente,
los epifitos directamente, depositan sus semillas (ayudados por los
pájaros) sobre las ramas superiores de los árboles, de esta forma nacen
en las capas de luz a una gran altura, en donde pueden generar un
microsuelo sobre la superficie del árbol a 40 metros por encima del
verdadero suelo en donde deberían crecer y desarrollarse. Otras plantas
perfectamente adaptadas a la falta de luz son los hemiepífitos, éstas
germinan en el suelo y luego crecen hacia arriba, con el tiempo muere
la parte inferior de sus troncos aunque continúan en contacto con el
suelo a través de raíces aéreas (Walter, 1977; Attenborough, David
1995)...
- muy interesantes son los árboles
estranguladores, como varias especies de Ficus,
que primero germinan como epífitos sobre una rama, y después van
formando un tallo pequeño y una raíz muy larga que crece rápidamente
hacia abajo a lo largo del tronco del árbol soporte, rodeándolo en
forma de red. Cuando la raíz llega al suelo empieza a crecer el tallo
rápidamente y al mismo tiempo, las raíces se engrosan cada vez más,
impidiendo el crecimiento secundario en grosor del árbol soporte, es
decir, lo estrangulan, hasta que finalmente muere. La red de raíces del
árbol estrangulador se convierten en un verdadero tronco y éste
desarrolla una amplia copa formando un conjunto de dimensiones
gigantescas, que durante su desarrollo es capaz de crecer con luz en
todo momento y que al final roba la luz y el suelo del árbol
estrangulado (Walter, 1977; Attenborough, David 1995).
- muchas plantas del sotobosque de
formaciones caducifolias (en donde la luz que llega al bosque es
cíclica) tienden a desarrollarse antes de que los árboles del estrato
superior vuelvan a tener hojas.
Por el contrario, hay plantas que deben defenderse
del exceso de luz, para ello giran sus hojas, se cubren
de pelillos o segregan ciertas sustancias.
|
La variación de la luz a lo largo del
tiempo, el fotoperiodo, es una reacción
de la planta a las oscilaciones periódicas, realizando diferentes
procesos en función del momento de iluminación, así la fotosíntesis
sólo se realiza durante las horas de iluminación, la floración se
realiza cuando se alcanza un determinado número de horas de
iluminación... También, las necesidades de luz varían con la edad del
individuo, las plantas jóvenes necesitan, en general, muy poca luz para
crecer, la necesidad aumenta con el crecimiento.
La luz en los animales.
Pero, aunque la luz es muy importante para
las plantas, también lo es para los animales,
puesto que la mayoría concentran su actividad en función de los ciclos
diarios de luz (ritmos circadianos). De
manera simple podemos dividir a los animales entre animales diurnos,
nocturnos, crepusculares y animales que viven en ausencia de luz.
- Los animales diurnos
son aquellos que se mantienen activos durante el día y descansa durante
la noche. El patrón diurno generalmente se controla internamente por el
ritmo endógeno o interno del animal, aunque en algunos animales,
especialmente los insectos, los patrones externos del entorno son los
que controlan la actividad (Gullan y Cranston, 1994). Son animales
diurnos los seres humanos y muchos mamíferos, aves, reptiles y peces.
- Los animales nocturnos
son aquellos que muestran un comportamiento mas activo por la noche y
suelen descansar por el día. Algunos animales son nocturnos para poder
evitar a los depredadores o todo lo contrario, para poder cazar cuando
las presas son más vulnerables, o simplemente para evitar el calor del
día (Campbell, 1996). Este tipo de animales suelen tener los sentidos
muy desarrollados, especialmente el oído, el olfato y sobretodo la
vista. Algunos animales como los gatos tienen los ojos adaptados a los
niveles de iluminación tanto diurnos como nocturnos, en cambio, otros
como los ojos de algunos murciélagos pueden funcionar sólo de noche.
- Los animales crepusculares
son aquellos que son activos durante el crepúsculo, al amanecer y al
anochecer, y descansan a pleno día y a plena noche. Los perros y los
gatos actualmente coinciden su ciclo vital con los humanos y son
diurnos, pero sus ancestros los lobos y los gatos monteses, son
crepusculares.
- Algunos animales viven sin
la luz solar, como las especies abisales del fondo del
mar que son capaces de vivir y desarrollarse sin luz, y de hecho
algunos de ellos son capaces de generar su propia luz. Los animales
subterráneos como el topo también viven en ausencia de luz.
Especies diurnas |
Especies nocturnas |
Rapaces
diurnas |
Rapaces nocturnas |
Golondrinas |
Murciélagos |
Saltamontes |
Grillos |
Cadenas
tróficas del día y la noche (P. Lozano, 2000). |
Por otro lado, es necesario nombrar el
fenómeno de la bioluminiscencia, la
capacidad de algunos animales para generar luz propia. Las luciérnagas (Lampyris
noctiluca) son el ejemplo más característico, aunque en
realidad, existen muchas bacterias, hongos, protistas unicelulares,
celentéreos, gusanos, moluscos, cefalópodos, crustáceos, insectos,
equinodermos, peces... y seres del fondo abisal bioluminiscentes.
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